CRÓNICA

Del barroco al 'skate'

Jakub Jozef Orlinski debutó en Barcelona con un aplaudido recital en el Festival Life Victoria

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Pablo Meléndez-Haddad

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Sorprendió que el contratenor Jakub Jozef Orlinski, en plena promoción de su excelente disco de arias sacras que lanza este mes de noviembre (Anima Sacra), optara en su debut en Barcelona por un repertorio diametralmente diferente y centrado en música dramática y canción, incluyendo hasta repertorio del siglo XX. El joven contratenor polaco, hoy en la cresta de la ola mediática y que ha triunfado en las redes sociales con una imagen con tintes skater y de modelo –practica break dance y le encanta posar y la fotografía– ofreció un recital exigente en el Festival de Life Victoria en el que pudo lucir tanto su vena más intimista y reflexiva con la más virtuosa, pero siempre con un sello expresivo y atreviéndose con un repertorio más que variado en estilos.

Orlinski, histriónico y elegante en el canto, con una voz casi blanca y muy trabajada para tener un mínimo vibrato, se avino de maravilla con la sala Domènech i Muntaner del Recinte Modernista Sant Pau que acogió la velada, multiplicándose su brillo con la acústica y sacando partido a su conseguida messa da voce, con su efectista –y efectiva–utilización de los reguladores. Así conseguía tocar al público como en, por ejemplo, “What power art thou”, la tercera de las canciones de Purcell que incorporó en la primera parte. Y si su dicción en inglés resultó no siempre clara, mejoró enteros con el francés, manteniendo eso sí una línea de canto que cautiva por la elegancia y la comunicatividad conseguidas. Las canciones de Hahn que cerraron la primera parte, aun cantadas partitura en mano, se erigieron casi en lo mejor de la noche, olvidando más de algún sonido demasiado fijo y coronando con agudos que opacaban la afinaicón. Siendo tan joven (28 años) es lógico que los extremos del registro todavía estén por solidificarse.

Se despidió con un Händel cargado de pirotecnia –“Agitato da fiere tempeste”– después de una segunda parte dedicada a compositores polacos poco conocidos por estos derroteros, con Szymanowski como estandarte; muy interesantes las piezas de Tadeus BairdMichal Biel desde el piano le acompañó con una complicidad absoluta y demostró una digitación de experto.

Sus seguidores le aplaudieron tras cada pieza sin respetar los grupos, fascinados ante la frescura del cantante que les regaló dos propinas.