PRESENTACIÓN EN BARCELONA

Odios eternos tras la guerra civil

Pere Joan Martorell, en una azotea del centro de Barcelona.

Pere Joan Martorell, en una azotea del centro de Barcelona. / periodico

Anna Abella

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En la Mallorca de pequeños pueblos de 1936 el estallido de la guerra civil fue de los más crueles del país. “Todo el mundo se conocía, sabía quién era quién, qué hacía, qué ideas tenía. Existía la confrontación entre trabajadores y empresarios, poderosos y débiles, que dividía la sociedad en dos bandos. Y allí surgían las mentiras interesadas y los débiles estaban sometidos a los poderosos que podían quitarles el trabajo o exigir favores sexuales. Eso se vivió así, forma parte de la memoria colectiva y generó odios eternos”, explica el autor mallorquín Pere Joan Martorell (Lloseta, 1972), presentando así 'La memòria de l'Oracle' (Edicions de 1984), Premi Mallorca de Narrativa 2017, una novela con “una atmósfera oscura, fría, turbia y asfixiante”. 

Yendo más allá del ejercicio de memoria histórica, “la forma de narrar” es la marca distintiva que imprime al texto Martorell, quien viene del mundo de la poesía, que es por el que es conocido fuera de las islas. “La poética se nota en la prosa”, admite, para crear un estilo que “recupera la riqueza de las palabras y del lenguaje, porque no todo son simplemente árboles o pájaros, sino que existen muchísimas especies distintas y las nuevas generaciones no conocen sus nombres”. 

¿Experiencia o genética?

En 'La memòria de l'Oracle' una mujer y su familia busca al marido y padre de sus hijos, que ha desaparecido al inicio de la guerra. El narrador es Jacob, uno de esos hijos, quien empieza a contar la historia, desde las primeras páginas ya desde el vientre de su madre. “Es un personaje peculiar que demuestra que no todo se limita a buenos y malos sino que la naturaleza humana -y ahí entra su formación de psicólogo, admite- nos enseña que no todos los malvados lo son tanto ni los buenos tan buenos. El protagonista cambia de forma de ser, incluso de bando, quizá porque toda su experiencia lo transformó o lo dejó tocado. Y ahí la pregunta: ¿somos experiencia o genética? ¿Ya llevaba en los cromosomas lo que despertó a la bestia?”. Esa dualidad, comenta Martorell, autor de una quincena de obras, igual que “la locura, el misterio, la búsqueda de lo desconocido o las pasiones...”, son temas recurrentes en sus textos. 

La novela avanza en dos puntos de vista temporales, desde el inicio de la guerra, a la posguerra y hasta el 2000. En parte, “es fruto de la acumulación de episodios, de la mucha memoria familiar y colectiva acumulada, que se va quedando en el subconsciente y debe salir casi como una expiación”. Y como ejemplo revela que en las comidas familiares “hay temas que sabes que nunca hay que sacar porque tuvo un abuelo falangista”, pero que es inevitable oír cosas, en casa o en el bar. 

Polémica sobre el Premi Mallorca

Al margen del libro, Martorell, respaldado en la presentación por su editor de Edicions de 1984, Josep Cots, no se ha mordido la lengua sobre el proceso ligado al Premi Mallorca, que organiza el  el Consell Insular de la isla. Tras el fallo, las bases del mismo indicaban que la editorial que debía publicar la novela ganadora se decidía por concurso público. La elegida fue la mallorquina Ifeelbook. “El libro nunca me llegó, ni lo he visto, ni lo revisé. No sé quiénes son estos editores. Ni me dieron a firmar ningún contrato de autor –lamenta-. Y además de la edición debían organizar una serie de presentaciones, que si se han llegado a hacer desde luego yo no estaba en ellas porque nunca contactaron conmigo”. “Los abogados de la Associacció d’Escriptors en Lengua Catalana me aconsejaron que me mantuviera al margen de esa edición”, añade. 

Seis meses después del fallo, el autor queda libre de compromiso para publicar la obra ganadora con la editorial que elija. De ahí el interés y posterior publicación por Edicions de 1984, que fue una de las que se presentó al concurso del Consell. “Primero me dijeron que habían recibido la información, luego que no -explica Cots, su editor-. Sé que otras editoriales que también se presentaron han pensado en impugnar el concurso porque no veían claros los criterios de adjudicación. Quizá para evitar más sospechas, la administración ha decidido este año cambiar las bases y ya es directamente el autor quien decide con qué editores trabaja”.