EL LIBRO DE LA SEMANA

'Ahora me rindo y eso es todo': La conquista del vacío

El escritor mexicano Álvaro Enrigue firma una novela sobre el poder del olvido contando las voces de unos personajes envueltos en unos hechos de una violencia desmedida

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Ricardo Baixeras

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'Ahora me rindo y eso es todo' de Álvaro Enrigue (México, 1969) opera sobre la base incierta de las evidencias documentales, pero rasura "los datos con la navaja de Ockham" en un libro ambicioso que contará la historia de los apaches, la increíble historia de Gerónimo, la de Camila y la de los generales Miles y Zuloaga pergeñando un fresco narrativo "sobre un país borrado". Pero también asoma la historia de un escritor mexicano viviendo una ficción en la ficción en Nueva York. Un cruce de identidades y de historias en un recuento de voces que cifran y descifran de qué manera el ángel de la historia subvierte la lógica de los linajes para transgredir las leyes de lo divino y de lo humano. Y de la historia oficial. Una novela sobre el poder del olvido contando las voces de unos personajes que caminan hacia unos episodios hechos de una violencia y crueldad desmedidas. Un relato sobre el saber colectivo de un pueblo exterminado porque fue ridiculizado y que fue ridiculizado porque la autoridad máxima fue exhibida como si de un animal furibundo se tratara. Pero también un libro que da cuenta de unos generales americanos que no quisieron olvidar que estaban hechos con el mástil del honor.

Primero un inicio demoledor: "Al principio las cosas aparecen. La escritura es un gesto desafiante al que ya nos acostumbramos: donde no había nada, alguien pone algo y los demás lo vemos. Por ejemplo la pradera: un territorio interminable de pastos altos. No hay árboles: los mata el viento, la molicie del verano, las nieves turbulentas del invierno". Después la declaración eterna del "príncipe exiliado", un guerrero legendario, Gerónimo: "Antes me movía como el viento, ahora me rindo y eso es todo". O lo que es lo mismo: "Decir que 'eso es todo' es decir: Mi silencio es tu maldición". Y sí, es esta una novela hecha de silencios malditos que tratan de conquistar el relato de un vacío, un libro anclado en la memoria de un pasado resistente que posee la antigua autoridad de los mitos allí donde "… la historia se anilla en el último rompimiento del orden americano, la humillación de los que no la merecen para que, como decía Homero, alguien pueda escribirla más tarde. La historia como es: triste. Eso es todo, América".

La estructura más que compleja de este artefacto novelesco no impone una ley histórica lineal. Los acontecimientos se entremezclan tal y como se reescriben en la conciencia fabuladora de un escritor que levanta un escenario novelesco imposible como emblema de la historia y de la política y de la violencia y del pasado leído como la razón de la sinrazón. Una fórmula especulativa que Enrigue demuestra domeñar, adelgazando la mera representación de los acontecimientos para engrosar lo enigmático que ya estaba en la vida de los perdedores y de unos americanos para quienes "los apaches fueron nomás unos bandidos a los que había que suprimir porque les habíamos dado una religión, una tierra y una patria y la habían rechazado".

La escritura de este libro impone una exploración de los acontecimientos fecunda porque subleva el orden natural de unos sucesos que no fueron la cifra de una sola historia. Lo que aquí se cuenta es absolutamente nuestro porque demuestra hasta decir basta que "seguiría la tierra, pero se había terminado el mundo".