ENTREVISTA

Dani de la Torre: "La sociedad está alzando la voz y nadie la escucha"

El director de 'El desconocido' recrea en la recién estrenada 'La sombra de la ley' la convulsa realidad social de la Barcelona de los años 20 a través de los códigos del cine criminal.

Dani de la Torre, este viernes, en el Festival de Sitges.

Dani de la Torre, este viernes, en el Festival de Sitges. / periodico

Beatriz Martínez

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El director Dani de la Torre (Monforte de Lemos, 1975) ya demostró con ‘El desconocido’ su pericia a la hora de rodar una película que bebía de los esquemas del cine de acción norteamericano. Ahora, con su segundo largometraje, ‘La sombra de la ley’, se embarca en una producción ambiciosa para recrear la convulsa realidad social de la Barcelona de los años 20 (luchas obreras, atentados anarquistas, elitismo burgués y corrupción policial) a través de los códigos del cine criminal con ecos desde Sergio Leone a Eduardo Mendoza. 

¿Qué era lo que más le interesaba retratar de la ciudad y de ese momento histórico concreto?

Cuando leí el guion (de Patxi Amezcua), desconocía muchas cosas y cuando empecé a documentarme descubrí una Barcelona visualmente brutal, que se abría al mundo igual que sus avenidas, a las que llegó la moda, las luces, los music halls… Fue una época de cambio y también de reivindicaciones. Los sectores sociales estaban en plena ebullición, las mujeres reclamaban la igualdad, el sufragio, los obreros luchaban por jornadas laborales reducidas y los aristócratas no estaban acostumbrados a este levantamiento de las clases populares.

Supongo que siempre estuvo presente la voluntad de establecer un diálogo con la situación actual.

Sí, porque la mayor parte de esas reivindicaciones no se han solucionado. Ha habido una especie de fundido a negro, se ha puesto una alfombra y se ha guardado debajo la mierda. Hemos evolucionado en algunas cosas, pero en otras seguimos igual: la igualdad de la mujer, los derechos laborales, la emigración… La sociedad está alzando la voz y parece que nadie la escucha. No hay una comunicación fluida entre el pueblo y los gobernantes, que lo único que quieren es imponer su criterio para contentar a sus votantes.

‘La sombra de la ley’ también habla de la falta de ideales.

Veo demasiada comodidad en ciertos sectores, y eso me asusta. Hay muchas cosas que arreglar y demasiada condescendencia por parte de los agentes sociales. Pasa en el mundo del cine y en todos los sectores, y los sindicatos se callan, miran para otro lado, y mucha gente ha dejado de creer, se ha instalado el nihilismo y el desencanto.

Supongo que hacer una película histórica siempre tiene sus riesgos.

Queríamos alcanzar un nivel de producción decente, porque si no, se iba a convertir en un baile de disfraces. Para nosotros esto era un reto, alejarnos del cartón piedra. Afortunadamente estamos viviendo una buena época para los efectos digitales, la técnica permite hacer muchas cosas que hubieran sido inimaginables hace quince años. Hoy en día el espectador exige un alto nivel, sobre todo con el cine 'mainstream' y comercial, así que teníamos que estar seguros de que la factura sería potente.

Sus películas son muy vistosas a nivel visual, ¿cree que se podría disfrutar igual en una plataforma on-line que en una sala de cine?

Yo soy un consumidor audiovisual nato, cuanta más oferta haya, mejor. Pero el cine te da algo que no se puede comparar con la experiencia doméstica. Te abstrae del mundo, se establece una comunicación directa con la pantalla, sin interrupciones, esa magia la ha tenido siempre. Yo creo que ver ‘La sombra de la ley’ en un móvil le restaría matices. 

Y, sin embargo, directores como los hermanos Coen, Scorsese o Cuarón se han decantado por Netflix.

A mí me gustaría ver ‘Roma’ en pantalla grande. Hay rumores de que Netflix terminará comprando salas para proyectar sus películas. No tengo nada en contra de Netflix, creo que es bueno que esté ahí como productor, que apueste por propuestas que no sean solo de estudio, más autorales. Pero me da un poco de miedo que termine convirtiéndose en un monopolio, que lo domine todo y terminen diciendo al espectador lo que tiene y lo que no tiene que consumir. Estaría bien que fuera el público quien escogiera lo que desea ver.