ENTREVISTA

Gareth Evans: "Nada me parece peor que hacer por hacer"

El director de las dos partes de 'The raid' concursó en Sitges con 'El apóstol', ya disponible en Netflix

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Juan Manuel Freire

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Tras sacudir el cine de acción con las dos partes de 'The raid', ambas rodadas en Indonesia, el director Gareth Evans ha regresado a influencias y paisajes británicos con 'El apóstol', brutal ejercicio de 'folk horror' que llegó el viernes a Netflix tras proyectarse a concurso en Sitges. 

'El apóstol' parece un paso adelante en su carrera, pero en realidad también supuso un paso atrás, porque partió de uno de sus viejos cortos. 

Después de hacer tres películas de artes marciales, una detrás de otra, me había convertido en un director de acción. Pero yo crecí viendo muchas películas diferentes, de todos los géneros. Me enamoré del cine por su diversidad. Cuando regresé a Reino Unido [Evans vivió en Indonesia del 2007 al 2015] y empecé a pensar en mi siguiente película, recuperé ideas del pasado, entre ellas un corto que nunca terminé. Iba sobre un hermano que buscaba a otro. También había un sobre con un pétalo de rosa en su interior. A partir de ahí empecé a ver algo más grande y complejo, con muchas capas.

Y acabó saliendo este 'thriller' de época sobre un hermano al rescate de su hermana, con elementos de espionaje, romance y fantasía… Pero no tan distinto del díptico 'The raid'. De nuevo, ha hecho una película de extrema fisicidad. 

No fui consciente. El director de fotografía, Matt Flannery, ya trabajó en mis películas indonesias y él sí que reconocía planos, ideas o movimientos del pasado. Yo no era consciente; rodé de forma mucho más instintiva. Para mí la diferencia principal de tono es que las escenas más espectaculares no están energizadas del mismo modo. El impacto es similar, pero no están diseñadas para hacer reaccionar al espectador de la misma manera. En 'El apóstol', la secuencia del potro está hecha para doler, pero no solo a nivel físico, también emocional. Había que ser mucho más cuidadoso y metódico que en 'The raid' a la hora de decidir qué mostrar y qué no.

Hay un plano subjetivo en esa secuencia que me perseguirá en sueños durante toda la vida. ¿Gracias?

(Risas). Es curioso, a mí no me impresionó tanto rodarla. En esos momentos estás separado de lo que verá el público. Solo estás mirando el reloj y calculando cuánto tiempo te queda de rodaje hoy, si te dará tiempo a acabar todo lo previsto, etcétera. ¡Puede sonar extraño o insensible, pero es así!

En 'The raid' nos regaló planos secuencia de vértigo. Aquí el montaje [obra de nuevo del propio Evans] es muy diferente, más retorcido, casi diabólico. A veces nos sorprende con cortes abruptos; otras veces se deleita alargando los planos.

Se trataba de jugar con la paciencia, con la energía, con cortes abruptos usando la voz en off y la música… Cuándo cortar la atmósfera en seco, cuándo hacerla ascender de nuevo. Fue un proceso experimental bastante divertido. Creo que el hecho de situar la acción en un mundo tan absurdo me dio vía libre para tratar de probar cosas diferentes y cambiar mi forma de montar.   

Tengo curiosidad por el aspecto musical. Lo más fácil habría sido usar folk oscuro al estilo de 'El hombre de mimbre' y 'El inquisidor', pero la banda sonora suena casi más asiática que británica. ¿Hay tambores taiko en ella?

Los compositores [Aria Prayogi y Fajar Yuskemal], que llevan trabajando conmigo desde siempre, usaron muchos instrumentos indonesios. Su idea era mezclar el folk oscuro que usted decía con la música indonesia e incluso algo de música cajún de Estados Unidos. Queríamos sugerir que la comunidad de la película estaba formada por gente de muchos orígenes diferentes. 

Por momentos, la banda sonora recuerda al trabajo de Jonny Greenwood para 'Pozos de ambición'. Y la propia película puede retrotraer a las partes más dinámicas del filme de Paul Thomas Anderson, que no dejaba de ser una película de terror.

Mis influencias vinieron sobre todo del 'folk horror' británico. De esa tradición extraje las claves visuales. 'El hombre de mimbre', 'El inquisidor', también 'Los demonios' de Ken Russell. Y obras recientes de Ben Wheatley como 'Kill list' y 'A field in England'. Pero incluso una película como 'Perros de paja', de Sam Peckinpah, por esa sensación de estar rodeado de gente que no sabes si va a ser amable contigo o quiere acabar con tu vida. Quería infundir al filme esa sensación de incomodidad.

"Me influyó mucho 'Perros de paja', por esa sensación de estar rodeado de gente que no sabes si será amable o acabará con tu vida"

Su nuevo proyecto es la serie 'Gangs of London'. ¿Qué puede contarnos sobre ella?

La he cocreado con mi director de fotografía, Matt Flannery. Es un 'thriller' policial en el Londres actual, globalizado y multicultural. Supondrá mi regreso a la acción, porque hay muchas 'set pieces', bastante ambiciosas además; llevamos trece semanas diseñándolas. Empezamos a rodar dentro de siete semanas. Por otro lado, en enero del 2020 empezaré a rodar mi siguiente película, una carta de amor al género de la matanza heroica, a Ringo Lam, John Woo y las producciones de Milkyway.   

Lo que no quiere hacer es más 'raids'.

En 'The raid 2', cuando Rama [Iko Uwais] dice "estoy acabado", yo mismo sabía, en el fondo, incluso en el rodaje, que 'The raid' se acababa. Había bosquejado una historia muy atractiva para la tercera. Pasado un poco de tiempo, sin embargo, dejó de tener sentido. Si vuelvo a las artes marciales, quiero que sea porque puedo hacer algo nuevo, no para hacer cualquier cosa. Nada me parece peor que hacer por hacer.