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Los dinosaurios de 'Jurassic Park' rugen con más fuerza que nunca junto a la OBC

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Eduardo de Vicente

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Los dinosaurios han vuelto a la vida. Bueno, la verdad es que quizás nunca se fueron. Parece mentira como tras haber desaparecido hace tantos siglos, las nuevas generaciones siguen embelesadas con ellos, y no se trataba de unas criaturas en su mayoría amistosas. El motivo de su regreso son los conciertos que está ofreciendo actualmente la OBC (Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya) dentro del ciclo OBCPops y que hoy proporcionan, por último día, la experiencia de ver el clásico de aventuras de Steven Spielberg Jurassic Park dirigida por un experto, Anthony Gabriele que ya ha participado en eventos similares con filmes como Psicosis, Cantando bajo la lluvia o El mago de Oz.

El filme celebra estos días su 25 aniversario y es una gran oportunidad para recuperarlo. La proyección es nítida y perfecta y en versión original con subtítulos en catalán. La verdad, se agradecen, ya que el volumen de la música a veces dificulta entender a los actores. Al tratarse de un título tan conocido y tantas veces visto, la importancia de poder seguir a la perfección los diálogos resulta relativa.

En la platea no solo vemos adultos, también jóvenes ataviados con la inevitable camiseta con el logo de la película y hasta algunos niños que miran ojipláticos las evoluciones de los dinosaurios en la pantalla grande. Sí, sus dimensiones son mucho mayores que en el televisor de casa y aprecian mejor la importancia de la música para crear reacciones. El filme arranca con la misteriosa escena en la que los cuidadores dan de comer a un dinosaurio al que no vemos y la música inquietante se apodera del escenario.

Nostalgia, emoción y diversión

El primer gran momento es la llegada del helicóptero con los primeros visitantes que llegarán a la isla. El tema central suena a todo trapo y la nostalgia nos invade y nos transporta a aquel ingenuo 1983 en el que aún no habíamos visto con tanto detalle a los dinosaurios. Precisamente el descubrimiento del primero por los paleontólogos crea los primeros instantes de emoción. La partitura del maestro John Williams se convierte en juguetona para subrayar el corto de dibujos animados donde se muestra cómo han creado a las criaturas extinguidas y se torna tierna cuando sale del huevo una cría o cuando descubren al triceratops enfermo.

Esta revisión permite descubrir elementos de los que no nos habíamos percatado. Por ejemplo, la escena en la que el T-Rex amenaza a los niños que están en el coche no tiene música alguna. Spielberg consigue una tensión casi irrespirable sencillamente con los efectos de sonido y jugando con el silencio. La primera parte concluye de manera algo abrupta, casi como si fuera un corte de aquellos con los que nos obsequian las cadenas de televisión privada y la orquesta toca unos segundos más para parar el golpe.

Tras la pausa de 20 minutos, la acción se reanuda con una especie de obertura (recordemos que se trata de una adaptación de la partitura original recreada especialmente para este tipo de funciones). El temor por la amenaza de un dinosaurio nos recuerda a las tres notas reiterativas que nos pusieron los pelos de punta en Tiburón. Las notas se vuelven más líricas y el tono más infantil durante la conversación nocturna con los niños, pero se acabó el buen rollo…

El desenlace y los créditos marcan un final apoteósico

La llegada de los velocirraptores, la tensión junto a la valla eléctrica, la persecución y la aparición final del tiranousaurio marcan los momentos músicales y cinematográficos más álgidos. Cuando los supervivientes se ponen a salvo llega la melodía de calma para dar paso a los créditos finales, donde la orquesta repasa los temas principales. Ahora ya sin las imágenes se aprecian aún mejor las cualidades de la orquesta y disfrutamos de un final apoteósico al que responde el público con una fuerte ovación puesto en pie.

Eventos como éste nos recuerdan qué grande es Steven Spielberg, cómo marcó los 80 y 90 con sus filmes de entretenimiento y cómo nos lo pasamos con él en nuestra juventud. Es el mejor. Y no podía tener un compañero de viaje más adecuado que John Williams que llenó de composiciones inspiradísimas y contagiosas muchas de sus obras. A nivel temático resulta curioso comprobar hoy en día el feminismo precursor del personaje de Laura Dern y la plena vigencia de las teorías del caos del profesor interpretado por Jeff Goldlbum. Una velada para quitarse unos cuantos años de encima, para conseguir que nuestros peques alucinen con la magia del cine y la música y para disfrutar al máximo de una obra maestra de las aventuras. Una noche inolvidable que rugirá en nuestro interior por mucho tiempo.