DIÁLOGO DE AUTORES

La "ignorancia mutua agresiva" entre Picasso y Picabia

Una exposición, en la Fundación Mapfre, indaga por primera vez en la singular relación que mantuvieron los dos antagónicos creadores

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Natàlia Farré

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"Una relación hecha de silencios, y de una ignorancia mutua agresiva". Así pueden definirse, según Aurélie Verdier,  los vínculos o no vínculos que establecieron Francis Picabia Pablo Picasso. Dos nombres con parecido fonético pero dos nombres, a priori, artísticamente antagónicos. Los dos creadores fueron coetáneos y poco o mucho cruzaron sus caminos a lo largo del siglo XX. Encrucijadas que resolvieron tomando direcciones diferentes, el malagueño con un pie siempre en la tradición, con la pintura como respuesta; el francés, ajeno al amor que Picasso mostraba por los grandes maestros de la historia del arte, cuestionando la pintura e intentando darle la vuelta a todas horas. Aun así, pese a sus discrepancias formales, juntos funcionan: exponerlos de lado "permite ver a Picasso un poco más gamberro de lo que normalmente le vemos y a Picabia un poco más formal de lo que tenemos en la cabeza". Y eso es lo que hace 'Picasso-Picabia' en la Fundación Mapfre, la muestra que junta por primera vez a ambos creadores y que ha comisariado Verdier.

"La muestra permite ver a Picasso un poco más gamberro de lo que normalmente le vemos y a Picabia un poco más formal de lo que tenemos en la cabeza"

Aurélie Verdier

— Comisaria de la muestra

Una amistad-enemistad (parece como si entre estos dos artistas el antagonismo siempre estuviera presente) que no siempre fue entre iguales, pues sabido es que el genio malagueño no admitía (ni posiblemente tenía) rival. De manera que se miraban con desconfianza. Y siempre con la separación de un peldaño (Picasso por encima de Picabia). Así Picasso se refería a sí mismo como Picabia cuando quería autorreprocharse algo y afirmaba que el artista dadaísta era "de aquellos que siempre exageran porque no siempre saben hacer lo suficiente". El francés de origen cubano sentía celos, casi obsesión por la obra del padre del cubismo, y lo mismo se mofaba de él por su 'retour à l’ordre' que lo tildaba del "pintor más grande del mundo entero".

Mismos zapatos, misma corbata

Las diferencias se las buscaban ellos, las similitudes se las encontraban los otros. La primera confusión data de los inicios, cuando en las primeras críticas periodísticas en los albores del siglo XX se confunden sus nombres. Y sus conocidos se divertían jugando con los parecidos entre ambos, de manera que Gertrude Stein, la gran mecenas de la época, afirmaba: "son más o menos de la misma estatura, que es bastante baja, pesan más o menos lo mismo [...]. Se ponen, sin saberlo, la misma corbata y esta vez llevaban exactamente el mismo par de zapatos". Aunque, como buena conocedora del arte, Stein acaba afirmando que "no se parecían en nada, en nada en absoluto".

Aunque sí coincidieron en algunas prácticas artistas, como el cubismo y el hecho de no apuntarse ninguno de los dos al movimiento surrealista, además ambos utilizaron objetos como material artístico. También apostaron por el retrato, aunque el malagueño desde la deconstrucción y el cubanofrancés como deudor de las fuentes fotográficas. Y al final de sus carreras sus diferencias se acrecentaron, Picabia abrazó la abstracción, algo que no hizo nunca Picasso, que siempre tuvo la figura presente. La exposición acaba con la serie 'Los puntos', abstracción pura, del artista francés y los últimos retratos del malagueño. Ciento cincuenta piezas antes, la muestra exhibe el primer cruce de caminos que vivieron: el cubismo, aunque Picabia llegó al estilo mucho después de que lo hiciera el autor del seminal 'Les demoiselles d’Avignon'. Nada dice de la única vez que expusieron juntos, en 1904 en París, pero es que por entonces su trabajo era tan antagónico que lo único que compartieron fue espacio expositivo.

En Barcelona en 1917

Pese a lo dicho, ambos artistas mantuvieron contacto, en 1917 coincidieron en Barcelona, Picasso llegó con su mujer Olga Khokhlova acompañando a los ballets rusos, y el francés se encontraba en la ciudad exiliado por causa de la primera guerra mundial. Y en 1925 se frecuentaron en la Costa azul, cuando Picabia se instaló en Mogins y el malagueño decidió pasar allí los veranos.  Con todo, "la  extrema heterogeneidad de estilos es el hilo conductor de la exposición", apunta Verdier. No en vano de Picasso es la frase "el peor enemigo de un pintor es el estilo", algo que "pienso que Picabia también hubiera firmado", concluye la comisaria.  Hasta el 13 de enero en la casa Garriga Nogués.