FENÓMENO LITERARIO

Murakami saca libro: ¿por qué nos gusta tanto el escritor japonés?

El escritor japonés Haruki Murakami.

El escritor japonés Haruki Murakami. / periodico

Elena Hevia

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Hay un lugar común que relaciona a Haruki Murakami -el más exportable de los actuales escritores japoneses, el autor de los 'hispters'- con ese Nobel que año tras año, impulsado por el deseo de sus millones de lectores, juega al escondite con él. Su último libro, primera parte de 'La muerte del comendador' (Tusquets / Empúries), que se publicará en dos volúmenes, aparece ahora en pleno vacío, precisamente en las fechas en las que un escándalo ha obligado a la Academia Sueca a aplazar el anuncio del galardón para la próxima edición. Así que este año, Haruki, tampoco será tu año.

El japonés tiene tantos seguidores como acérrimos 'haters’ (todo escritor que ha recorrido el camino de autor de culto a superventas acaba teniéndolos y si no que se lo pregunten a Paul Auster, con quien suele comparársele). Y ahí los odiadores enumeran como una letanía que Murakami se repite, que tiene una fórmula, que abusa de las referencias pop (algo que también se le podría achacar a Thomas Pynchon, sin ir más lejos) y que es el epítome de lo japonés tan de moda entre los más jóvenes (cuando curiosamente en Japón le acusan de todo lo contrario, de escribir una prosa muy cercana a la estadounidense).

Un experto en reírse del mundillo literario como el dibujante Tom Gauld resumía en uno de sus chistes gráficos, una especie de cartón de bingo, los principales ítems murakamianos: mujeres misteriosas, pozos secos, fetichismo de la oreja, esa sensación chunga de que alguien te sigue, llamadas telefónicas inesperadas, aburrimiento urbano, mundos paralelos, correr deportivamente, adolescentes precoces, sexo raro, pasajes secretos y gatos, muchos gatos. Es una reducción al absurdo, claro está, en la que podría calzar cualquier escritor.

En contraposición, se encuentran sus lectores. Sus legiones de lectores. ‘La muerte del comendador’, un título que alude al ‘Don Giovanni’ de Mozart (en esta obra quizá haya más 'andantes' y 'allegros' clásicos que improvisaciones de jazz), vendió un millón de ejemplares en el primer mes de su aparición en Japón. La obra tiene al parecer más carga sexual que anteriores novelas en las que ya iba bastante sobrado, lo que es un buen aliciente. Parece ser que en Hong Kong se han alarmado por ello y han prohibido su venta a los menores de 18 años.  

Ahora que ya sabemos por qué a algunos no les gusta y por qué es difícil que con sus ventas millonarias consiga finalmente el Nobel (aunque la Academia Sueca nunca deja de asombrarnos), bueno será averiguar qué es lo que atrapa al lector, cuál es su secreto, qué teclas especiales pulsa para lograr un consenso tan apabullante y global. De ahí que hayamos traslados esas preguntas a algunos nombres de la cultura y el espectáculo, de acreditada querencia murakamiana, y esto es lo que nos han contestado.

ISABEL COIXET

Directora de cine Amiga personal del escritor 

"De qué hablo cuando hablo de Murakami. Hablo de vidas detenidas y de sándwiches sin corteza en los falsos ‘diners’ americanos de Osaka. Hablo de sentirse perdido y sin brújula ni compás con la única certeza que no te vas a encontrar a nunca. Hablo de los sueños que permean la vigilia. Hablo de los miles de boles de arroz avinagrado que uno consume a lo largo de la existencia. De soledad y jazz y agujeros en la pared y armarios de ropa de mujeres muertas. De hombres y mujeres atravesados por una dulce melancolía. Hablo de gatos".

RAY LORIGA

Escritor y director de cine Lo más parecido a Murakami que ha dado la literatura española

"Puede que no exista nada de lo que nos cuenta, pero si lo escribe Murakami, parece que sí. ¿No es eso la literatura?"

LEONOR WATLING

Cantante y actriz Lectora fiel

"Me gusta Murakami porque consigue hacerme viajar a otros mundos completamente imposibles y extraños que habitan en este sin que por ello, como lectora, pierda en ningún momento el placer de degustar su misteriosa manera de escribir".

SANTI BALMES

Músico y escritor Fan incondicional

Murakami es muy hábil, al menos para los de este lado del planeta. Logra que interioricemos como propio lo que nos debería parecer exótico. Es un abanderado, o quizás entre todos hemos decidido que sea así sin un motivo claro. Sabe combinar elementos y espacios de una cultura tan lejana como la japonesa con fuentes culturales y musicales de un mundo sajón, al que, a fin de cuentas, ya pertenecemos todos. Al final, el territorio no deja de ser global. Podemos sentirnos cercanos a esos personajes, y eso nos fascina. Aunque lo que me gusta más de él, quizás es el uso del tempo, muchas veces una suave cadencia que te atrapa.

RODRIGO FRESÁN

Escritor Lector de primera hora

Hubo un tiempo -los tiempos de ‘Tokio blues’ o de ‘Al sur de la frontera, al oeste del sol’- en que uno leía a Murakami sin saber cómo lo hacía. Tampoco -como sucede con los grandes magos- uno necesitaba saberlo. Bastaba con sentirse parte del milagro. De un tiempo a esta parte, se han ido descubriendo los engranajes del truco sin quererlo, por la sola inercia que regala a la vez que arrebata aquello que ya se conoce. Y Murakami ha cambiado de acto y habilidad bajo su carpa. Ahora es uno de esos equilibristas sin red que a veces arriesga poco y otras demasiado. Y uno siempre teme que se caiga y se estrelle. Y en ocasiones -‘Hombres sin mujeres’- vuelve a demostrar su don para el triple salto mortal combinado con desaparición en el aire. En cualquier caso, a no quejarse, otra forma de más que noble y aun agradecible de emoción.