EL CARIÑO DEL PÚBLICO

El adiós de la ciudadanía a un "ángel" llamado Caballé

Numerosos seguidores de la diva glosan su figura en los libros de condolencias del Liceu y el tanatorio

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Natàlia Farré

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"Emperatriz del Liceu" y "maravilla del universo". Pero sobre todo "diva". Además de "magnífica", "extraordinaria", "impresionante", "única" y toda la ristra de adjetivos positivos que uno pueda conocer. "Ángel en la Tierra", incluido. Con estas palabras se despedían este domingo barceloneses y foráneos, melómanos y poco legos en el mundo de la música, de Monstserrat Caballé -“Monsita” para muchos de los que la lloraban-, tanto en el tanatorio de Les Corts como en el Liceu. Pues en ambos sitios había libro de condolencias, y en ambos sitios estaban las puertas abiertas para todo aquel que quisiera despedirse de la virtuosa intérprete. Y abiertas significa eso: abiertas, ni una traba para llegar a la capilla ardiente del tanatorio, el rincón donde la familia la velaba y el rincón donde más de uno de sus admiradores le rindió homenaje.

Las flores lo llenaban todo, y eso que la mayoría de ellas, llegadas desde todos los puntos del planeta, de Bielorrusia al Raval, lucían en dos salas anexas de Les Corts. Menos ramos había en el coliseo lírico, aunque no menos emoción. Al mediodía, mientras las autoridades se paseaban por el tanatorio, Clari lloraba (literalmente) a Caballé en el teatro. Alemana amante de la ópera, a Clari el fallecimiento de la diva le pilló en Barcelona. Un viaje musical pues el único objetivo era asistir a la función del viernes de 'I Puritani', no en vano, además de melómana, esta alemana es amiga del reconocido barítono Mariusz Kwiecien (Sir Ricardo Forth, en la ópera de Bellini). Así que ayer aprovechó para mostrar sus respetos a la voz que tanto la sedujo en los 70 durante un recital en Hamburgo. Desde entonces la ha seguido siempre que ha podido.

Con emoción

Y la voz, pero en este caso por sus palabras no por su música, es lo que conquistó también a Xavi, asiduo al coliseo y con un recuerdo escrito para Caballé: "Cuando el Liceu se quemó sus palabras me hicieron comprender qué era el Liceu y qué tipo de música se interpretaba. Y años después todo eso me motivó para abonarme, descubrir la opera y disfrutar de ella". Del incendio hablaba también Susan, en este caso para mostrar su apego a la ópera: "Esos años fui de las que siguió pagando el abono y manteniéndose fiel al Liceu". Cierto. Su nombre figura en una de las placas de la entrada. Así que el sábado, tras escuchar la noticia del fallecimiento de la diva y conmoverse con lo que de ella se explicaba en los medios de comunicación, cogió papel y lápiz y escribió sobre lo mucho que la "emociona pensar que ahora se encontrará con Freddie Mercury y juntos podrán volver a inmortalizar Barcelona". Algo parecido dejó escrito ayer en el libro de condolencias del Liceu.

Georgina y Arnaldo eran de los más jóvenes en hacer cola. Pero también sienten la armonía como propia. Ella estudia piano y viene de una familia de compositores, y el padre de él trabajo con Caballé en el Teatro Teresa Carreño de Caracas. Y los dos fueron al Liceu por delegación. Ambas familias les pidieron que escribieran algo en su nombre en el libro de condolencias. Lo hicieron. Como también lo hicieron María y Conxita que se acercaron a la cola sin saber por qué pero acabaron firmando. Confesaron que la ópera no es lo que más les gusta, pero la Caballé era "única, muy sencilla y muy querida". Pues eso, querida lo era un rato.