Crítica de cine

'Venom': esquizofrenia narrativa

Su primera mitad está llena de gravedad y amenazas sobre el destino de la humanidad, mientras que la segunda es un despiporre

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Lo más grave no es que 'Venom' avance saltando de escena a escena sin dejarse estorbar por obstáculos como la lógica o la lucidez o personajes con motivaciones definidas; después de todo, es posible que para su público potencial esas cosas no sean prioritarias. Lo grave es que no logra ofrecer el espectáculo necesario para compensar tanta estupidez, en buena medida porque sus secuencias de acción están mal rodadas y repletas de maquillaje digital barato.

La película, recordemos, está protagonizada por el parásito extraterrestre dotado de un desagradable apetito por la carne viva que fue concebido en 1984 como némesis de Spider-Man -explicar por qué no hay rastro aquí del hombre araña sería demasiado largo; en todo caso, mejor para él-. 'Venom' recala en el interior del cuerpo de un reportero (Tom Hardy), que como consecuencia adquiere superpoderes al tiempo que pierde la cordura. Para ahondar en esa premisa habría que castigar al lector con el mismo tipo de tediosa exposición que la película impone al espectador. Baste decir que 'Venom' es la historia de un villano que se convierte en algo parecido a un héroe y que por tanto, de algún modo, se parece a su propio protagonista: es tan mala que casi acaba siendo buena.

Su primera mitad está llena de gravedad y amenazantes advertencias sobre el destino de la humanidad. Durante la segunda, en cambio, vemos a Tom Hardy gritando y saltando y gruñendo y aullando, y hablando solo sobre algo parecido a convertir a un ladrón en “un zurullo al viento”. También vemos al héroe y al parásito intercambiándose insultos, y metiéndose en peleas en las que el cuerpo del actor se retuerce como una marioneta -su inmersión en el personaje es admirable-. Durante esos últimos 40 minutos de metraje, en otras palabras, 'Venom' es hilarante. El cambio es tan pronunciado que, decíamos, casi podría funcionar como metáfora del temperamento bipolar de su protagonista, pero eso sería dar un reconocimiento excesivo a una película que no solo no se toma a sí misma tan en serio -eso, conste, es bueno-, sino que tampoco se toma suficientemente en serio a su audiencia.