INAUGURACIÓN DE TEMPORADA

El TNC satiriza la apropiación de la cultura catalana por parte de la política nacionalista

Jordi Prat i Coll transforma en un provocador musical 'Els Jocs Florals de Canprosa', polémica obra de 1902 de Santiago Rusiñol

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Marta Cervera

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A principios de siglo pasado Santiago Rusiñol denunció la utilización política de la cultura por parte de los partidos catalanistas a través de los 'jocs florals'. Lo hizo en clave de parodia en ‘Els jocs florals de Canprosa’, una obra calificada de anticatalanista estrenada en 1902 en el Romea entre fuertes medidas de seguridad. Este jueves regresa a escena en el TNC reconvertida en musical donde se interpretan desde sardanas a temas de Rocío Dúrcal y Manolo Escobar. El director Jordi Prat i Coll, ha hecho suya la idea rusiñoliana de que para amar Catalunya hay que poder reírse de ella y ha añadido extractos de otros textos del propio autor transformando la pieza, de un solo acto, en un musical provocador y satírico. Está aderezado con coreografías y canciones tan ‘nostrades’ como 'La Moreneta', 'La Marieta de l’ull viu' y cuplés de la época dorada del Paral.lel. Incluso ha incluido una obra poco conocida con letra del propio Rusiñol y música de Enric Morera: ‘Ay, ay, ay’.

“Como la acción transcurre en un ‘envelat’ el repertorio musical puede ser de lo más ecléctico”, afirma Prat i Coll, que ya tiene experiencia en revisiones de autores clásicos catalanes. Anteriormente, también en el TNC, móntó 'Liceístas y cruzados', de Serafí Pitarra, y 'La fortuna de Sílvia', de Josep Maria de Sagarra. Esta vez estrena en la Sala Gran con Dani Espasa como director musical de un amplio elenco con 17 actores y cantantes, seis músicos y una coral de seis voces. Entre ellos figuran Àngels Gonyalons, dos de las Sey Sisters (Kathy y Yolanda), David Anguera, Anna Moliner y los veteranos Oriol Genís y Albert Pérez. 

Prat i Coll ha convertido su versión y adaptación en una “perversión”, llena de símbolos catalanes como la virgen de Montserrat, la barretina, la 'senyera' o 'El cant dels Segadors'. Todo ello sin apartarse del espíritu sarcástico de Rusiñol y su retrato de una época donde la política se apropió de tradiciones culturales para convertirlas en símbolos. “Cuando los políticos se apropian de las causas culturales vamos mal.  A la cultura hay que dejarla libre, incentivarla y potenciarla… pero nunca se le ha de decidir cómo ha de ser ¡Y menos un político!", afirma el director. Por desgracia, en su opinión, tampoco hemos cambiado tanto: "La derecha y la izquierda de este país no saben qué hacer con la cultura. Siguen una dinámica de esperar el momento de llegar al poder para colocar a los suyos. Y eso es lo que pasa en Canprosa”. 

Esta versión de 'Els jocs florals de Canprosa' alterna escenas de la Catalunya de los años 80 y la de principios del siglo XX, siempre con constantes guiños a la actualidad. “La teatralidad no está ubicada en unos parámetros determinados ni tampoco es realista. Jugamos con unas convenciones para poder sorprender cada diez minutos”. El cambio de código da para mucho. Hasta en medio de la función se hace participar al público en una 'quina' y se le anima a cantar canciones del 'cau'. No es broma. Cada noche se sorteará entre los asistentes un cava Gramona y un jamón El Charro. Y es que en Catalunya, aunque es tierra de 'fuets' y 'llonganisses', también se aprecia el jamón.

“La gente conoce sobre todo a Rusiñol por su pintura y por ‘L’auca del senyor Esteve’ pero su obra es poliédrica y excesiva”, reconoce el director del montaje, que ha profundizado en ella con ayuda de Xavier Albertí, director del TNC. Descubrir a este polifacético autor le ha servido para constatar "lo mucho que desconocemos de nuestros clásicos", por un lado, y que “estamos llenos de prejucios”, por otro. La visión ambivalente de Rusiñol respecto a los orígenes del catalanismo moderno le llevó incluso a replantearse su "ideario". Por eso, a la hora de abordar el aspecto político el director ha optado por interpelar al público mediante preguntas que cada uno deberá resolver a su manera.

Un artista libre y mordaz

<span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">Defensor de la libertad del artista, Rusiñol, amigo de Picasso que viajaba con frecuencia a París, reclama con esta obra el derecho a la sátira. Ante quienes le acusaron de anticatalán, así les contestó en la carta-prólogo de la primera edición de la comedia: “Ya es bastante grande Catalunya, ya es bastante justo lo que defiende, para que no se pueda hacer broma de todas las pequeñeces que tienen las causas nobles.” No hay que olvidar que ‘Els Jocs Florals de Can Prosa’ se estrenó entre fuertes medidas de seguridad en un contexto de fuerte crispación social la primavera de 1902. Hacía pocos meses se había declarado el estado de excepción tras una huelga general que enfrentó a los dirigentes catalanistas de la Lliga Regionalista y el gobierno central. Para más inri, ese año el gobernador militar también prohibió la celebración de los 'jocs florals' en Barcelona porque el público silbó una bandera española impuesta por él en la sala donde iban a celebrarse.      </span>

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