CRÓNICA

Beach House, caminos hacia la fascinación

El grupo de pop ensoñador exhibió variedad de recursos y capacidad para el dinamismo en Razzmatazz

Vista general de la actuación de Beach House en el Primavera Sound

Vista general de la actuación de Beach House en el Primavera Sound / periodico

Juan Manuel Freire

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¿Hacen Beach House siempre el mismo disco? No exactamente. Lo suyo se llama coherencia, es decir, ser fiel a una visión. Pero lo suyo se llama también imaginación: siempre con el mismo destino en mente (la fascinación), han sabido reinventarse con cada nuevo álbum desde hace ya casi década y media. Pocos grupos de este siglo tienen una discografía tan coherente; también tan estimulante y sorprendente.

El séptimo disco del dúo dreampop, simplemente '7', es alucinógeno, psicodélico, medio distópico, pero inevitablemente bello. En directo, el repertorio revela todavía más, si cabe, una nueva faceta del dúo de Baltimore: la posibilidad de dejarse llevar y perder el control, como en esa propulsiva 'Dive' que ayer hizo tambalearse Razzmatazz.

Pero empecemos por el principio. Por la invitación irrechazable de Victoria Legrand en 'Levitation': "Hay un lugar al que quiero llevarte", canta con su voz ronca pero etérea, y el público calla (todo un logro en Barcelona) y se deja coger la mano. Alex Scally acompaña la invitación con una de sus mejores líneas de guitarra tintineantes, mientras que el batería de directo James Barone sirve percusión navideña. A mitad de canción llega un sutil giro dramático, el rojo invade el escenario, un escalofrío recorre el espinazo. Allá vamos.

No tardaron en quemar cartuchos importantes, como 'Wild', uno de los hits de su clásico 'Bloom' del 2012, o 'PPP', con esa introducción de spoken word tan Shangri-LasShangri-Las. E incluso pareció que en ese primer tramo iban a hacer su mítica 'Myth', pero fue una salida en falso: en realidad querían abordar ya el repertorio de '7', empezando por una dinámica 'Dark spring' que llevó a Legrand a ofrecernos, por fin, sus famosas sacudidas de cabellera.

Tras la medio 'sixties' 'Lazuli' y, esta vez sí, 'Myth', entablaron diálogo con el hip hop en una 'Black car' decididamente novedosa. Del groove ácido pasaron a la distorsión rock con 'Sparks', en la que parecen querer reflejarse en el espejo de Sonic Youth. A lo largo del show, hubo también espacio para el pop de cámara ('Heart of chambers') o un flirteo con el rock experimental alemán de los 70 ('Dive'). Nada de relleno, todo letal.

Abrieron la noche Sound Of Ceres, como Beach House unos enamorados de la melodía vocal etérea y los sintetizadores analógicos. Traían consigo un aparato visual a base de láseres que fascinó y aturdió: pura magia. Bueno, fascinó y aturdió a algunos. Pese a ser un supergrupo indie con miembros de Candy Claws, The Apples In Stereo y The Drums, no lograron hacer callar a buena parte del público.

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