FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO

El Hombre Lobo tiene pelotas

El documental 'Wolfman's got nards', que se presenta en Sitges 2018, relata cómo la película 'Una pandilla alucinante' pasó de naufragar en taquilla a ser objeto de un culto entusiasta

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Rafael Tapounet

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30 años antes de orquestar a cuatro manos el regreso a la Tierra del cazador más letal de la galaxia en la sandunguera 'Predator', Fred Dekker y Shane Black (Black y Dekker, el chiste sale solo) eran dos jóvenes aspirantes a cineastas que compartían habitación en una residencia de estudiantes de la UCLA conocida como Pad O’Guys que el tiempo convertiría en fértil vivero de guionistas de Hollywood. En aquellos días de proyectos descabellados y tertulias interminables (no por nada en el portal de la casa colgaba un letrero de 'Abierto las 24 horas'), los dos compañeros de piso urdieron su primera colaboración: una vibrante declaración de amor a las viejas películas de monstruos de la Universal en clave de comedia prepúber. Dirigida por Dekker, 'Una pandilla alucinante' ('The Monster Squad') se estrenó el 14 de abril de 1987. Los críticos la despedazaron y el público la ignoró. Al cabo de dos semanas se había caído de la cartelera.

"Fue una gran decepción. Trabajar tan duro para crear algo y ver cómo todo desaparece...". Así lo recuerda André Gower, que con 13 años interpretó a Sean, el cabecilla de un disfuncional grupo de chavales aficionados a las historias de terror que se enfrentaban al conde Drácula, el Hombre Lobo, la Momia, el monstruo de Frankenstein y la criatura de la Laguna Negra, nada menos, y salvaban al mundo de las fuerzas del mal. Tuvieron que pasar casi dos décadas para que Gower descubriera, con asombro comprensible, que aquella película que él creía muerta y sepultada en el olvido no solo estaba viva sino que se había convertido en el centro de un culto numeroso y entusiasta.

La revelación llegó en el 2006, en el curso de una proyección especial de 'Una pandilla alucinante' que el periodista Eric Vespe organizó en un cine de Austin y a la que invitó a Fred Dekker y a varios miembros del reparto. "No sabíamos muy bien qué esperar y nos preguntábamos si asistiría alguien", admite Gower. Se encontraron con dos salas abarrotadas de fans que habían descubierto el filme a través del vídeo de alquiler y las emisiones de madrugada de las televisiones por cable.

Un clásico del cine juvenil ochentero

Desde entonces el fenómeno no ha hecho más que crecer y la película ha adquirido, con todo merecimiento, estatus de clásico del cine juvenil ochentero, a la altura de títulos como 'Los Goonies', 'Cuenta conmigo' o 'Exploradores', con los que comparte una serie de rasgos ('pathos' adolescente, pasión cinéfila, sentido de la aventura, exaltación de la amistad...) que el cinismo de las décadas posteriores se encargaría de desterrar del cine de Hollywood y que hoy son reivindicados con mirada nostálgica en producciones de éxito como 'Super 8', 'It' o 'Stranger Things'.

Ese relato de cómo 'Una pandilla alucinante' encontró su público y se convirtió en un fetiche generacional es el eje argumental de 'Wolfman’s got nards', un documental dirigido por el propio André Gower que se presentará el 12 de octubre en la renovada sección Seven Chances del Festival de Cine Fantástico de Sitges. El título, como sabrán los devotos de la película original, alude a la valiosa lección de anatomía que Horace, el gordito de la pandilla, aprende al propinarle una patada en la entrepierna al malvado licántropo: "¡El Hombre Lobo tiene pelotas!".

De todos los testimonios que aparecen en el documental el más interesante es sin duda el de Fred Dekker, que 30 años después sigue manteniendo una relación de lo más problemática con 'Una pandilla alucinante': la considera su mejor película al tiempo que le atribuye el fracaso de su corta carrera como director (abruptamente interrumpida en 1993 tras el naufragio de 'Robocop 3'). "A los padres les pareció que era demasiado terrorífica para los niños y los adolescentes creyeron que era una tonta película infantil, así que nadie fue a verla", reflexiona.

Tanto unos como otros se equivocaban, claro. 'Una pandilla alucinante' es un festival en sí misma; una gozosa ensalada de géneros trufada de homenajes y de ideas chispeantes. Y 'Wolfman’s got nards' tiene la virtud de recordárnoslo. ¿Cómo resistirse a una película en la que los chavales llevan camisetas con la leyenda 'Stephen King mola' y se enfrentan a Drácula blandiendo una pizza de ajo?

Seven Chances se reinventa

Los nuevos hábitos de consumo audiovisual habían dejado algo obsoleto el formato de <strong>la sección Seven Chances</strong>, nacida hace 25 años de la colaboración entre el festival de Sitges y la asociación catalana de críticos y consagrada a mostrar películas valiosas aunque no necesariamente fantásticas que habían quedado fuera de los canales de distribución convencionales. Así que, con ocasión de sus bodas de plata, Seven Chances se reinventa como un espacio en el que se recuperarán obras de repertorio afines al género "olvidadas, maltratadas o, sencillamente, perdidas en el tiempo".