EL ANFITEATRO

El triunfo de la belleza

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Rosa Massagué

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Ambronay es un pueblo de 2.600 habitantes, a 60 kilómetros de Lyon, en la región de Auvernia-Ródano-Alpes, al que no es nada fácil llegar con transporte público y en el que tampoco es fácil alojarse. Sin embargo, en estos días más de 700 personas llenan cada uno de los conciertos del festival de música antigua y barroca que se desarrollan en su abadía benedictina por la que desfilan jóvenes emergentes junto a las grandes figuras del género.

Valer Sabadus con Concerto Köln, René Jaccobs con la Freiburger Barockorchestee y Véronique Gens con el Ensemble Les Surprises abrieron el festival el fin de semana del 15 al 17. Fueron las tres primeras actuaciones de un total de 38 programadas hasta el 7 de octubre en las que abunda el gusto por el descubrimiento de unas obras y la recreación de otras, la mirada a la dimensión espiritual de la música, y una especial atención al repertorio francés aunque no exclusiva.

‘Il Trionfo del Tempo e del Disinganno’ fue el primer oratorio de un joven Georg Friedrich Händel. Es una alegoría sobre la futilidad de la belleza y el placer, ambos perdedores ante el paso del tiempo y el desengaño que ello conlleva. Jacobs y los músicos de Friburgo desmintieron la moraleja de este oratorio porque lo que triunfó en la abadía fue la belleza de una música bellamente interpretada.

La compenetración entre el maestro belga y los músicos alemanes comandados por la concertino Petra Müllejans es total. Lo habíamos visto en Barcelona, en el Palau con su proyecto Mozart. En Ambronay la obra de Händel brilló con todos los colores orquestales y con unos ‘tempi’ bien marcados. Los dúos iniciales de violín y oboe ya anunciaron que aquello sería, como así fue, un festival  de altísima calidad musical.

Las partes vocales estaban encomendadas a las sopranos Sunhae Im (Bellezza) y Robin Johannsen (Piacere), habituales en las interpretaciones de Jacobs, el contratenor Benno Schachtner (Disinganno) y el tenor James Way (Tempo). No son voces extraordinarias, pero son muy homogéneas, lo que da un sentido de total plenitud a la interpretación.

Sabadus como Farinelli

El festival se había iniciado con el programa de Valer Sabadus y el Concerto Köln que llevaba por título ‘Farinelli, caro gemello’ y estaba formado por obras que habían sido interpretadas por el célebre ‘castrato’ con textos de Pietro Mestatasio. En su correspondencia se dirigían el uno al otro como “querido gemelo” y de ahí el título del concierto.

El contratenor rumano y la misma formación instrumental habían dejado una impresión algo irregular cuando ofrecieron un programa parecido (2016) en L’Auditori de Barcelona, una sala que sin duda no es la más adecuada para este tipo de voz y de repertorio. El inicio del concierto en Ambronay con una sinfonía y dos arias de la ópera ‘La morte d’Abel’, de Antonio Caldara, se movió en el terreno de la lentitud y una cierta pesantez. Sin embargo todo despertó con una sinfonía de Nicola Porpora. A partir de este momento, la brillantez reinó en la abadía. Sabadus ofreció un gran despliegue de habilidades vocales en un aria de ‘Adriano in Siria’, de Geminiano Giacomelli; cantó toda la tristeza de Acis en ‘Alto giove’, de la ópera ‘Polifemo’, de Porpora; volvió a lucir su facilidad por las coloraturas en otra aria de ‘Artaserse’, de Riccardo Broschi (hermano de Farinelli), y acabó con otra aria de Acis, ‘Senti il fatto’. Por su parte, la orquesta, en particular las maderas, deslumbró con una obertura de Francesco Maria Veracini.

Desde su paso por Barcelona, el contratenor ha crecido vocalmente y además tuvo por aliado la buena acústica de la abadía. Sabadus fue generoso y ofreció tres propinas. La primera fue una composición del propio Farinelli para una obra de Metastasio. La segunda fue el ‘aria di furore’ ‘Crude furie’, de ‘Serse’, de Händel, compuesta para Caffarelli, rival de Farinelli, y acabó con ‘Ombra mai fu’ de la misma ópera.

Los elementos

La actual edición del festival está consagrada a las vibraciones del cosmos. El concierto de Véronique Gens y el Ensemble Les Surprises reflejaba plenamente una visión cósmica. Concebido como una ópera con un prólogo y cuatro actos, partía del caos para desarrollar después los cuatro elementos, el agua, el aire, el fuego y la tierra a través de obras de compositores franceses como Rameau, Lully, Campra o Marais, con especial énfasis en Jean-Féry Rebel y André-Cardinal Destouches, autores ambos de obras tituladas ‘Les Éléments’. Era en realidad un recorrido por la música dramática francesa de los siglos XVII y XVIII en busca de su propia tradición, lejos de la ópera italiana, desde la tragedia lírica a la ópera ballet, pasando por la pastoral heroica.

Gens, la gran dama de la ópera francesa, compartía escenario con la joven formación que dirige Louis-Noël Bestion de Camboulas, y la combinación de la veteranía de la soprano y el empuje de la formación instrumental que tiene apenas ocho años dio como resultado un gran concierto que contaba además con un programa muy bien estudiado y forjado. Hubo terremotos, tormentas, vendavales, erupciones volcánicas. Hubo también céfiros, aguas mansas y vientos suaves. Gens pasó de unos a otros con su afinación y su dicción impecables.

El festival está organizado por el Centro Cultural de Encuentro de Ambronay, un proyecto artístico que tiene como uno de sus objetivos la investigación musical y que fue pionero en Francia en el redescubrimiento de la música antigua. Jordi Savall ha estado muy vinculado al proyecto, especialmente en los aspectos  discográficos. El centro está al frente del programa Eeemerging, de la UE, junto a otros ocho centros europeos, dedicado a la difusión de la música antigua y a la formación especializada de intérpretes.

El concierto de Valer Sabadus y Concerto Köln tuvo lugar el día 15; el de René Jacobs y la Freiburger Barockorchester, el 16, y el de Véronique Gens y Les Surprises, el 17.

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