entrevista

Carlos Areces: "La secuela de 'Amanece que no es poco' es una fábula antisistema"

José Luis Cuerda da continuidad a su legendaria cima del humor absurdo con 'Tiempo después', en la que también participan Joaquín Reyes y Arturo Valls, entre otros

Beatriz Martínez

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Han pasado casi treinta años desde que se estrenó Amanece, que no es poco' (1989). El director José Luis Cuerda había comenzado a experimentar con el humor absurdo en un mediometraje televisivo llamado 'Total' (1985) y muchos de esos hallazgos los vertió en una obra que se convertiría en una de las más inclasificables dentro de la cinematografía española, llegando a alcanzar un estatus de culto que se perpetúa hasta la actualidad.

Por eso ahora, toda una nueva generación de cómicos y actores que crecieron reverenciando esta rareza imaginativa y repleta de agudeza social y política, se ha reunido alrededor de la figura del viejo maestro de 71 años, lo ha sacado de su retiro y ha conseguido que firme una secuela tan efervescente e indómita como su predecesora.

El resultado es 'Tiempo después', que se presenta en el Festival de San Sebastián fuera de concurso y que reúne uno de esos repartos destinados a perpetuarse en la memoria, en el que confluyen desde Miguel Rellán y Gabino Diego a Blanca Suárez, Roberto Álamo, Berto Romero o Andreu Buenafuente, productor ejecutivo de la película junto a Arturo Valls que se reúne con EL PERIÓDICO para charlar junto a Joaquín Reyes y Carlos Areces, que también participan como actores en esta implacable sátira antisistema.

¿Qué significó para ustedes ‘Amanece que no es poco’?

Arturo Valls: A mí me cambió la vida porque gracias a ella descubrí el tipo de humor con el que yo conecto, que me ha marcado y me define.

Carlos Areces: Yo creo que era la primera vez que se hacía en España ese tipo de costumbrismo surrealista. Me da la sensación de que, aunque José Luis Cuerda no conociera a los Monty Python, los dos llegaron a una serie de conclusiones artísticas muy parecidas en torno a la naturaleza del humor.

Joaquín Reyes: Yo la conocí porque salían algunos compañeros míos de clase del grupo de teatro y la película me provocó un 'chimpún flash'. Primero por esa estructura anárquica, por la colección de estampas surrealistas, por los disparates, y porque los actores se enfrentaban a la comedia hablando muy serios. Era una cosa increíble que yo nunca había visto.

Podríamos considerar la película como un particular homenaje por parte de la nueva generación de cómicos a ese universo que creó Cuerda. Como si pasado y presente convergieran de una forma muy equilibrada, y ustedes se integraran en él a la perfección. ¿Cuál fue su principal reto?

Arturo Valls: Principalmente, si íbamos a ser capaces de decir los textos con ese lenguaje tan característico que se creó para la película. Largos monólogos con montones de referencias y que tenían que soltarse de una manera muy natural. Y el listón estaba muy alto, con Luis Ciges, Manuel Alexandre, Antonio Resines… Miguél Rellán fue de alguna manera la bisagra entre una y otra y el que nos proporcionó el tono adecuado. Y también Gabino Diego.

Carlos Areces: Yo tengo el convencimiento de que más gracioso que Ciges no se puede ser. Si me pones delante a Marlon Brando y detrás a Luis Ciges, se me irían los ojos hacia él, porque era capaz de saltarse todas las reglas sobre lo que significa actuar y crear un registro propio.

¿De qué forma definirían ‘Tiempo después’?

Carlos Areces: Como una fábula antisistema.

Joaquín Reyes: El sistema fagocita las ideas más revolucionarias. Yo creo que ‘Tiempo después’ podría ser un resumen del siglo XX. La incógnita es, ¿qué será del XXI?, ¿seguiremos repitiendo los mismos errores? Creo que la película, más allá de hablar de la situación en nuestro país, también lo hace de la situación en el mundo. ¿Hacia dónde vamos? Los líderes que representan a las grandes potencias… ¿son los que nos merecemos? ¿Es normal que se normalice que los políticos digan barbaridades impunemente y se perpetúe el discurso del odio? Hay muy malas señales y la pregunta es, qué vamos a hacer nosotros, como gente corriente, con todo eso.

Carlos Areces: Mi personaje dice: “Usted no puede dejar de ser parado, porque entonces se desnaturaliza y eso es un problema para todos”. Dicho así puede ser gracioso, pero me vienen a la cabeza los discursos xenófobos sobre los inmigrantes que dicen que no pueden venir al Primer Mundo porque no hay trabajo para todos.

La película se articula en torno a la lucha de clases. ¿Sigue estando muy presente en nuestra sociedad?

Joaquín Reyes. No hay nada peor que un desclasado, porque no tiene conciencia de clase. Hay que tenerla para ser conscientes de las desigualdades, de las injusticias, si no, la sociedad se adormece.

Carlos Areces: Al final es capitalismo, es religión, son los estamentos, las fuerzas vivas. Mientras haya capitalismo siempre va a haber clases.

La película no deja títere con cabeza. La Iglesia, la monarquía, la izquierda, la derecha… ¿Creen que puede molestar?

Carlos Areces: Siempre hay alguien metido en su cueva esperando a ofenderse. Y ojalá lo haga, porque eso significará que habrá hecho ruido.

Antes nos han comentado que en la película hay pocas mujeres, que no existe la paridad. Yo creo que la corrección política va en contra de la labor artística.

Joaquín Reyes: La cuestión no está en el número, sino en el peso. El personaje que interpreta Blanca Suárez le da sopas con onda a los demás, se planta ante el alcalde, ante el rey. Hace lo que quiere y no se deja gobernar. Yo creo que eso también tiene un valor.

La película no se casa con nadie.

Arturo Valls: Es que tiene ese punto descreído, nihilista… Es una manera en sí misma de ver el mundo, que tiene una postura crítica ante prácticamente todo. Hay un momento en que la clase obrera también reclama sus intereses y lo hace como borregos. Con ellos también se mete. Es muy punki José Luis.

También habla de la juventud

Joaquín Reyes: Yo creo que es la primera vez que José Luis Cuerda habla sobre la juventud. Y su retrato es bastante acertado.

Arturo Valls: Molaría un reggaetón con ese discurso.

Carlos Areces: José Luis, ¿no habrás oído hablar del trap?