LA FUERZA DEL GESTO

El mimo, gran escuela de grandes artistas

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Marta Cervera

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Este sábado 22 de septiembre se celebra el Día Internacional de Mimo, instaurado en honor a Marcel Marceau, famoso por interpretar a ese payaso mudo con camiseta a rayas y sombrero arrugado de copa con una flor. El mimo y la pantomima han tenido una gran influencia en Catalunya con compañías de estilo propio como Els Joglars, La Claca y Comediants. El gesto se convirtió en una poderosa arma que desafió a la censura franquista. Los aires de cambio en la incipiente democracia y la efervescencia cultural contribuyeron a la creación de la primera Escola de Mim y Pantomima en el Institut del Teatre en 1976 de donde surgieron artistas como el ‘triciclero’ Paco Mir, la actriz Silvia MarsóGemma Beltran, directora de Dei Furbi, el actor Enric AsesJürgen Müller, fundador de La Fura dels Baus, Jordi Vilà, polifacético profesor del Institut del Teatre y el payaso Christian Atanasiu. También Joan Sagalés, de la desaparecida Vol-Ras y Gilbert Bosch, de Grappa Teatre, así como Nica Gimeno y Antonio Moreno, especialistas en técnica Alexander. Todos ellos recuerdan para EL PERIÓDICO aquella época coincidiendo con los 40 años de su entrada en el centro.

“El teatro de gesto es la base de todo, es el parvulario de las artes escénicas”, dice Jordi Vilà, parafraseando a su profesor Pavel Rowba, fallecido en el 2007. Vilà, que también resalta el trabajo previo realizado por Anton Font en El Timbal, sigue unido al Institut del Teatre y realizó un documental con motivo con motivo de los 40 años de la Escola de Mim i Pantomima, creada en 1976.

Alumnos primeras promociones Escola de Mim i Pantomima

Alumnos de las primeras promociones de la Escola de Mim i Pantomima del Institut del Teatre. / JORDI COTRINA / VIDEO: ASLI YARIMOGLU

Las primeras promociones tenían unas ganas enormes de cambiar el mundo. “Queríamos salir del teatro tradicional de texto, no solo como una toma de posición estética sino social”, apunta el polifacético actor Enric Ases. “Totalmente de acuerdo, era como reinventar un teatro popular”, apunta Jürgen Müller. Atanasiu, que venía de Alemania, también estaba “traumatizado”, dice, por la hegemonía del teatro de texto en Alemania donde hizo sus pinitos en una compañía. “Aquello me parecía tan rancio y triste que dejé el teatro y estudié Bellas Artes”. Y allí empezó a hacer malabares y por la puerta del circo llegó al gesto. En Barcelona todo cambió. "Aquí había mucha creatividad y ganas de hacer cosas diferentes".

"Los profesores eran durísmos pero esa disciplina y rigor fueron fundamentales"

Sílvia Marsó

Para Beltran, directora de la compañía Dei Furbi ('Oklahoma', 'Trilogia Mozart'), el teatro "era demasiado estático" y ella imaginaba "un teatro total más próximo a lo que me ofrecía el mimo.” Allí empezó su aventura “para buscar un tipo de teatro que no encontraba”.  

Mercè Arànega, actualmente en el Goya con ‘Shirley Valentine’, hace 40 años estaba combinando estudios de mimo e interpretación. Recuerda muy bien el ambiente que se repitaba en la escuela, situada primero en la calle de Elisabets y después en la de Sant Pere més Baix. ”La ilusión que había en esos primeros cursos de pantomima era brutal. Se creó algo único porque todos teníamos unas grandes esperanzas de cara al futuro”. Ella quería ser payaso. “Aquí donde me ves, yo hacía saltos mortales en clase”, confiesa.

La fama del profesorado, unos cracks venidos de Polonia, atrajo a estudiantes extranjeros: Italia, Austria, Alemania, Austria, Finlandia… También se hizo famosa la disciplina que impusieron. “Un día al ver que uno llevaba un agujero en las mallas, el profesor le puso los dedos por  dentro y se las rompió diciendo: “Se puede ser pobre pero se puede coser. Hay que ir impecable”. El rigor de Pawel e Irene Rouba, profesores de mimo y acrobacia respectivamente, y de Andrzej Lepaski, gesto y pantomima, impactó. “Por un lado nos hizo bien, por otro castró ciertas iniciativas creativas. Lo cierto es que a nivel técnico fue estupendo. Nos hicieron disfrutar del cuerpo y de sus posibilidades interpretativas”, comenta Juan Eduardo López via mail desde los mares del Sur, donde sigue impulsando proyectos de danza en familia.

"El mimo era sinónimo de aburrimiento por culpa de los malos imitadores de Marceau. Por eso, para no asustar, Tricicle nos definimos como mimo-clown"

Paco Mir

“Los profesores eran durísimos pero esa disciplina y rigor fueron fundamentales”, asevera Sílvia Marsó, que pronto debutará en el Onyric como cantante con ’24 hores de la vida d'una dona’, basado en la obra homónima de Stefan Zweig.  La actriz le debe su apellido artístico a un disgusto de aquella época. “Había una clase magistral en Lyón con Marcel Marceau, mi ídolo, pero mis padres no me dejaron ir por ser menor de edad. Entonces decidí que si algún día era actriz me llamaría Marsó". Casualmente debutó en televisión como azafata del popular concurso ‘1,2,3’ el mismo día que sus compañeros del Tricicle saltaron a la fama con el gag de Julio Iglesias. “Nosotros empezamos a hacer mimo porque el teatro gestual estaba muy de moda”, explica el triciclero Paco Mir. “Pero el mimo clásico, por culpa de los malos imitadores de Marcel Marceau, empezó a ser algo aburridísimo. La gente no lo entendía.  El mimo era sinónimo de aburrimiento por eso Tricicle cuando empezó no nos definimos como mimos, sino como mimo-clown para no asustar al público”. Por cierto, en octubre regresan con 'Hits', en el Victòria.

Cambio generacional

Hace 40 años cuando se inscribieron en el curso 1978-79 tenían la sensación de descubrir un camino virgen. Joan Segalés, recuerda una de las primeras lecciones de Pawel: " Tenéis que ser muy egoístas. El mundo lo has de construir a tu medida y los mimos solo tenemos nuestro cuerpo". Pero, por otra parte, apostaron por la creación colectiva. "Nos juntábamos y entre todos hacíamos la dramaturgia, la escenografía, incluso el vestuario a veces”, afirma Ases. “Queríamos impulsar nuevos caminos”. Marsó asiente: “Hemos sido una generación muy combativa de la que surgieron grupos y gente que trabajaba desde otra perspectiva”.

Para Paco Mir es agradable ver que las nuevas generaciones vuelven a descubrir el mimo. "Cuando sale un señor en la tele haciendo unas paredes, la gente lo considera mágico, pero es algo más que visto en todo el mundo". En este sentido, el actor Patxi Barco, que dirige Demodé Quartet, apunta: "El mimo clásico no tiene el arraigo de antes. Hoy todo ha cambiado, todo es más inmediato. ¡Pon a la generación que de mayor quiere ser tronista o participante en 'Gran Hermano' a ver el 'sketch' del espejo o el de la flor de Marceau!. Pagaría por ver sus reacciones.”

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