entrevista

Laetitia Colombani: "La sociedad plantea a las mujeres desafíos gigantescos"

La guionista y realizadora logra en Francia un récord de ventas con su primera novela, 'La Trenza', editada en España por Salamandra

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Eva Cantón

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Su madre se equivocó cuando le dijo que no esperara muchos lectores para su primera novela, la historia de Smita, Giulia y Sarah, tres mujeres de continentes, culturas y orígenes dispares unidas por un mismo espíritu de rebeldía ante un destino adverso. Laetitia Colombani (Burdeos, 1976) escribió ‘La Trenza’ (Salamandra) porque quería hablar del valor de quienes deciden librar una batalla contra la enfermedad y la discriminación. Un día acompañó a su amiga Olivia, en tratamiento por un cáncer, a comprar una peluca y descubrió que las había de pelo natural. Eso le recordó un documental sobre la peregrinación de la casta de los intocables a los templos hindús. Ese ‘flash’ fue el detonante de un relato que lleva meses encabezando el ránking de ventas en Francia y que la propia Colombani, guionista y realizadora, está adaptando para el cine mientras prepara su segunda novela y espera la próxima publicación de la ‘La Trenza’ ilustrada para niños que verá la luz en noviembre.

¿Qué simboliza esa trenza?

Aunque no era el título original del manuscrito, me di cuenta de que era al mismo tiempo la estructura y el punto de partida de la historia. La forma y el fondo. Algo que vincula a las tres mujeres. El pelo es un destacado rasgo femenino y perderlo puede ser doloroso. Investigando, descubrí que un pelo, aunque sea fino, es muy resistente y esa idea me gustó, porque estas tres mujeres superan pruebas, se enfrentan a retos y aguantan. Son unas luchadoras.

Smita es una ‘intocable’  que vive en un pueblo de India limpiando letrinas. Quiere que su hija tenga otro futuro e inicia una huida arriesgada que se convierte en un pequeño calvario.

Su viaje es iniciático. Camina con valentía renunciando incluso a su marido. Le roban la comida, acaba sin dinero… Cada vez tiene menos. Cuando sube las escaleras del templo con los pies descalzos y cargando con su hija en la espalda termina deshaciéndose de lo único que le queda, que es su pelo. Pero en ese recorrido es como si renaciera.

Mientras, en Sicilia la joven Giulia descubre la ruina de la empresa familiar cuando su padre sufre un accidente y se ve enfrentada a un dilema

Su conflicto será si rompe o no con la tradición, porque piensa que alejarse de ella es una forma de traición. Al final, le salvarán la apertura y la libertad que le dan su afición por la literatura. Al encontrarse con un hombre con una cultura y una religión diferentes, un sij sin papeles rechazado por la sociedad tradicional y patriarcal en la que vive, Giulia escribirá de otra forma el camino que había sido trazado de antemano al frente de un taller de pelucas artesanales.

La tercera protagonista es una mujer ambiciosa, una prestigiosa abogada canadiense que levanta un muro para no mostrar debilidad y no poner en peligro su carrera

Como muchas mujeres, Sarah está dividida entre la vida profesional y la familiar. No poder conciliar se vive mal. Hay mujeres con carreras brillantes que se plantean dejarlo todo para ser amas de casa, pero eso también es doloroso porque es una renuncia.

Además está el cáncer, la enfermedad como estigma

El personaje de Sarah me ha permitido mostrar cómo se trata a los enfermos. Estamos en una sociedad en la que tenemos que ser eficaces a toda costa. Hay que ser joven, estar delgada, vestir bien y estar sana. Tienes que tener hijos pero no puedes faltar mucho al trabajo y ocuparte de los niños porque, si no, eres una mala madre. ¡Es muy difícil salir airosa de esa ecuación!

Y discriminaciones que no son visibles

Sí. Sarah, por ejemplo, tiene todos los signos externos del éxito, pero la enfermedad la convierte en intocable y entonces es objeto de una violencia que yo llamo “perfumada, elegante”, de una discriminación laboral invisible.

¿Qué es lo que acaba uniendo íntimamente a los tres personajes de la novela?

Está por un lado el tema de la filiación y del destino que no se quiere transmitir a los hijos. Por otro, comparten una forma de solidaridad, un lazo inmaterial que las une. La energía de Smita para avanzar y la valentía de Giulia contribuyen a salvar a Sarah. A través de ella quería rendir homenaje al valor de una mujer que lucha contra la enfermedad, trabaja y mantiene a su familia. La sociedad plantea a las mujeres desafíos gigantescos.

¿Cree que se está despertando una nueva forma de feminismo?

Sí. Yo me siento profundamente feminista en un sentido pacifista. Hoy el feminismo no tiene nada que ver con la guerra de los sexos de los años 70. Todo lo contrario. Tenemos que luchar con los hombres para que las mentalidades evolucionen. Vamos hacia la emancipación, pero es muy difícil de conquistar.