CRÍTICA DE CINE

'Todos lo saben': la fórmula agotada de Farhadi

El título que el iraní le ha puesto a su primera película rodada en España sirve como desalentadora descripción de la sensación que su cine genera en el espectador

Nando Salvà

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Sin duda no es intencionado por su parte, pero el título que Asghar Farhadi le ha puesto a su primera película rodada en España sirve como desalentadora descripción de la sensación que su cine genera en el espectador. Todo aquel que haya visto dos o tres películas del iraní, a estas alturas ya sabrá qué esperar de él. Y eso, ojo, no tendría necesariamente que ser un problema -suele decirse lo mismo de cineastas como Hong Sangsoo o los Dardenne o hasta Wes Anderson- de no ser porque el método dramático de Farhadi necesita de la sorpresa para funcionar.

Contada en pocas palabras, Todos lo saben cuenta la historia de una mujer que regresa a España desde Argentina con sus dos niños para la boda de su hermana y que, a causa de la súbita desaparición de su hija, se verá obligada a confrontar secretos y mentiras enterrados desde hace tiempo que salen a la luz. La mecánica narrativa es la típica en el cine del director. De nuevo, decimos, Farhadi recurre a su rígida fórmula dramática: nos presenta un grupo humano y establece relaciones en su seno; un suceso misterioso que no vemos revela emociones confusas, sentimientos miserables y divisiones enquistadas; la verdad del asunto emerge lentamente, y en el proceso nuestra percepción de los personajes va modificándose.

La diferencia es que en películas como A propósito de Elly  (2009) y Nader y Simin, una separación (2011) el iraní se mostró increíblemente hábil tanto dosificando la información que nos daba y la que nos ocultaba como dejando pistas falsas, y aquí la gran revelación es del todo previsible a pesar de que la película no duda en renunciar frecuentemente a la lógica con la vana intención de mantenernos en la inopia. Obviamente, eso resta al relato toda su capacidad para generar tensión dramática

En sus películas previas, asimismo, descubrir quién lo hizo era la excusa usada por Farhadi para ofrecer reflexiones relevantes sobre la condición humana. En Todos lo saben la identidad del culpable tampoco importa demasiado, pero lo que la investigación desvela es poco más que mero material de telenovela. Sin duda por eso, en la nueva película no hay rastro de la habilidad mostrada en el pasado por el iraní a la hora de suministrar emotividad, y de su capacidad para conmovernos sin recurrir al más obvio sentimentalismo.