ENTREVISTA

Joan Colomo: "Un psicoanalista sacaría jugo de mis canciones"

El musico estrena 'L'oferta i la demanda', su disco más político, en el Mercat de Música Viva de Vic

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zentauroepp45003941 barcelona 7 de marzo de 2016 joan colomo tras interpreta180912194506 / RICARD FADRIQUE

Jordi Bianciotto

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Para Joan Colomo, en una canción la música es lo primero, pero las letras de su nuevo disco, ‘L’oferta i la demanda’, le han salido particularmente corrosivas con el sistema económico en el que vivimos. Lo estrena con su sexteto este jueves en el Mercat de Música Viva de Vic (Carpa Negra, 19.15 horas).

¿Pensó en esas canciones como una obra con un concepto unitario? Hace tiempo que cuando hago discos intento buscar una manera de agrupar las canciones. Sí, hay algo de eso, de disco conceptual. Empecé con ‘Diner’, que ya marcó esa dirección, y a partir de ahí se trataba de enlazarlo todo.

¿Es un disco de protesta contra el peso de la economía en nuestras vidas? Sí, en esa canción el dinero mismo habla y quizá ahí estoy proyectando mi ideología, pero mi idea era simplemente hacer algo descriptivo, explicar lo que pasa. Porque no tengo ninguna solución ante el sistema económico actual.

"Quizá ahí estoy proyectando mi ideología, pero mi idea era simplemente hacer algo descriptivo, explicar lo que pasa"

¿No estamos ante un disco anticapitalista? Hombre, quizá se me ve el plumero, aunque esa no era la intención.

Una idea central es que las emociones son más importantes que los bienes materiales. Sí, en una de las canciones, ‘La redistribució de la riquesa’, hablo del reparto de esa riqueza y de que necesitamos pocas cosas, lo cual es una contradicción, porque si es así, alguien ya se puede quedar con el 99%. La idea es mezclar las relaciones humanas, cotidianas, con conceptos de macroeconomía.

Habla de sentimientos y parejas que se separan. Cada vez tengo menos recursos para escribir canciones, así que he empezado a inventarme historias. En ‘Contra la propietat’ se mezcla la relación de pareja con la oferta y la demanda, lo que recibimos y lo que esperamos que nos den. Un psicoanalista sacaría jugo de mis canciones, pero no son más que el fruto de mi desesperación por ver de qué hablo cuando tengo poca cosa que decir.

Así, quizá sea más músico que cantautor. Yo lo primero que hago es la música, y tengo la hoja en blanco. No tengo esa inquietud de decir “quiero hablar de esto”. Hay una faceta que es de obligación, aunqeu también me gusta romperme la cabeza para sacar un disco adelante. La gente quizá se engancha a las canciones por la letra, pero, ya digo, esa es mi cruz.

En este disco hay más sintetizadores. Sí, las maquetillas que iba haciendo ya fueron cogiendo un cariz así como de la guerra fría y de la Europa anterior a la caída del muro. Pero no es un disco electrónico.

"A veces, en los grupos suena la flauta y se juntan cuatro tios y la suma es sublime, y en Els Surfing Sirles fue así"

Este es ya su sexto disco. ¿Piensa en su carrera, en su evolución artística? No mucho. Sí que, del mismo modo que después de hacer una canción rápida en la siguiente busco un medio tiempo, con los discos hago lo mismo, tiendo a la reacción a lo anterior que he hecho.

Pronto se le verá tocando con Els Surfing Sirles, grupo del que usted fue productor y que reaparece para ofrecer cuatro conciertos (Vic, Berga y dos en la sala barcelonesa Sidecar). ¿Por qué vuelven? El detonante ha sido la reedición del primer disco en vinilo. Han pasado ya cinco años [de la muerte del guitarrista Uri Caballero] y se trata de hacer un poco de celebración y recordatorio. El futuro depende de los miembros del grupo, pero no creo que estén tentados en empezar una nueva etapa.

Es una banda muy recordada. ¿Qué diría que representó? A veces, en los grupos suena la flauta y se juntan cuatro tios y la suma es sublime, y en ese caso fue así. Todos escribían, todos aportaban, y era una fiesta creativa. Y en aquel momento hubo espacio para ellos, para esa música más directa y con letras interesantes.

¿Echa de manos su mala uva? Pues sí, la verdad. Siempre la hemos echado de menos. Los Sirles fueron una rara excepción.