FESTIVAL DE CINE

Jennifer Kent decepciona en la Mostra

'The Nightingale' no alcanza las expectativas generadas por la directora de 'The Babadook'

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zentauroepp44920703 director jennifer kent attends a photocall for the film the180906184151 / AFP / FILIPPO MONTEFORTE

Nando Salvà

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Pocas películas han llegado este año a la Mostra tan envueltas de expectativas como ‘The Nightingale’, y no por un motivo en particular sino por dos. Primero, es el único de los 21 títulos aspirantes al León de Oro dirigido por una mujer –al festival, recordemos, lo han puesto verde por no haber sido capaz de ofrecer un concurso más diverso--; segundo, esa mujer es la australiana Jennifer Kent, cuya ópera prima figura entre las mejores películas de terror de los últimos tiempos: 'The Babadook' (2014), que consiguió dotar el género de una hondura y una sofisticación insólitas sin olvidarse de meternos miedo. Eso mismo, elevar el género, es lo que Kent intenta ahora con este segundo trabajo. El problema es que trata de elevarlo tanto que lo estrella contra el cielo.

Situada a principios del siglo XIX, la película cuenta la historia de una joven que persigue a un oficial británico y a varios de sus hombres a través de las escarpadas montañas de Tasmania, decidida a hacerles pagar por el terrible acto de violencia que cometieron contra su familia. La acompaña un rastreador aborigen, también marcado por un pasado lleno de violencia. No hay duda, pues: ‘The Nightingale’ es cine de venganza. Sin embargo, Kent quiere partir de esa premisa para hablar de cosas serias: los abusos contra las mujeres, el exterminio de los aborígenes, incluso la identidad irlandesa. Eso, ojo, en sí mismo no debería ser un problema. ‘The Babadook’, sin ir más lejos, ofrecía una interesante reflexión sobre la maternidad. La diferencia es que ‘The Babadook’ en ningún momento se olvidaba de hacernos mojar los pantalones.

Por definición, las historias de venganza son violentas. Y para contarlas bien no solo hay que hacer que al espectador le entre la sed de sangre sino también ser hábil a la hora de ir saciando esa sed. ‘The Nightingale’ hace la primera de esas cosas de maravilla, con una secuencia al principio del relato que resulta absolutamente aplastante. Sin embargo, a partir de entonces deambula en la inmensidad de sus ambiciones temáticas, y empieza a acumular minutos y minutos de metraje –no hay mejor forma de demostrar la importancia de tu película que hacerla durar dos horas y cuarto— llenos de caminos narrativos que no van a ningún lado y personajes que pierden el norte. Para cuando se acuerdan de mancharse las manos como Dios manda, también han perdido ya al espectador.

A por uvas

También presentada este jueves a concurso en la Mostra, la italiana ‘Capri–Revolution’ es una película completamente descentrada. No sabe si quiere ser un retrato de la comuna ‘hippy’ que el pintor Karl Diefenbach creó en la isla del título a principios del siglo pasado, si por el contrario prefiere centrarse en el periplo de una joven campesina que descubre la literatura y el amor y se reconcilia con su familia, o si lo que en realidad quiere es preguntarse si el motor de la revolución es la guerra o, por el contrario, es el arte. Al final, claro, no acaba siendo nada.