ENTREVISTA

Marta Rojals: "Lo extraño del amor es que no traiga complicaciones"

La escritora, que se mantiene invisible ante la prensa, publica su tercera y muy esperada novela 'El cel no és per a tothom'

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Elena Hevia

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Ahora estamos acostumbrados a que los autores se publiciten a sí mismos como si lo escrito no bastase y la fama se la tuvieran que construir a golpe de autopromoción. Ahora está de moda que los escritores no gasten el menor pudor a la hora de utilizar sus experiencias más íntimas para construir sus ficciones. Ahora llega Marta Rojals y rompe la baraja, a su manera. No como un Salinger anacoreta y malhumorado que decidió no exponerse nunca más al público o una Elena Ferrante, un seudónimo-pantalla que lo esconde todo. Rojals es arquitecta y editora de libros de arquitectura. También se sabe que nació en La Palma d’Ebre en 1975 y que es particularmente activa en las redes, donde es muy seguida. Pero ahí se acaba la presentación. Ah, no, falta una cosa: se ha labrado su fama solamente a golpe de libro, cada uno mejor que el anterior, 'Primavera, estiu, etcètera' y  'L’altra', sin que su rostro aparezca en las solapas de sus libros y sin atender a la prensa en vivo, más allá de contestar, muy amablemente eso sí, vía internet. Su tercera novela, 'El cel no es per a tothom' (Anagrama), recién salida del horno, tiene todos los números para ser el libro del año en catalán. Una opresiva historia familiar, hiperrealista como todas las suyas, sobre dos gemelas, Eva y Sara, que son el yin y el yang, y un tercer hermano, Pep, que intentará mediar entre ambas.

Tras la buena recepción de sus novelas anteriores, ¿ha escrito 'El cel no es per tothom' con un sentimiento de mayor responsabilidad?

Mientras escribes no puedes pensar en las buenas críticas o en las menos buenas, porque de otra manera no escribirías jamás nada. Te concentras en la historia y el trabajo es tanto que ya no existe otro libro más que este.

¿Tuvo miedo?

El miedo aparece cuando el nuevo texto debe enfrentarse a nuevas críticas y a nuevos lectores, porque si el texto no gusta, cuenta muy poco cómo han ido los anteriores y si gusta, también se disparan las comparaciones, poniendo a competir tres libros muy distintos entre sí. Los temores son de ese tipo.

Respecto a la ambición, la apuesta aquí parece más fuerte. 

Al igual que la segunda fue más exigente que la primera, esta tenía que serlo más que la anterior. Imagino que es el curso natural, porque cada libro es un aprendizaje. Al margen de que cuando se multiplican los personajes principales también se multiplica todo y las cosas que en otros libros resolvías en una página, aquí te cuestan tres.

Se diría que traslada la difícil comunicación de la pareja de novelas anteriores a la incomunicación entre hermanos. ¿Asume que su gran tema es la dificultad del amor, sea este el que sea?

No me lo había planteado así, pero me gusta la interpretación; al final, el amor está en todas partes y lo extraño sería que no trajera complicaciones.

Cuál es la semilla de la que nacieron los tres protagonistas: estas dos hermanas gemelas, que son como como el ‘seny’ y la ‘rauxa’, y el hermano que funciona como el fiel de la balanza.

Lo que tenía más claro es que quería explicar una historia entre hermanos, y en seguida apareció la cuestión de la dualidad de las gemelas y la posibilidad de un hermano para cerrar un triángulo. Todo eso daba mucho juego, también simbólico. Me pareció bien enseguida y seguí ese camino.

La historia de Catalunya de los últimos años marca toda la novela. Hay muchas y muy cuidadas referencias a la vida cotidiana. ¿Sientes que las inseguridades de sus protagonistas están marcadas por la Historia con mayúscula?

En este caso fue un poco al revés, porque tenía claro que la época en la que se situaría la acción sería el 2007, y a la hora de mirar hacia el pasado de los hermanos necesitaba darles un contexto real, un trasfondo que fuese reconocible, sobre todo para que el lector se pudiera ubicar temporalmente y fue posteriormente que busqué para cada 'flash-back' esas referencias de las que hablas, desde una cortina de canutillos hasta la muerte del dictador o la caída de las torres gemelas.

¿Su formación como arquitecta le ha influido a la hora de armar las tramas? La de esta novela es particularmente elaborada, con sus transiciones sin indicaciones concretas y sin que el lector se pierda en ningún momento.

Justamente por eso he colocado eso detalles cotidianos (bien, quizá el recurso no funcione para las generaciones más jóvenes y quizá no se lo recomendaría, pero esa es otra cuestión).

Sus protagonistas son mujeres que adquirieron su identidad en tiempos difíciles. Pero la novela también explica cómo la liberación acabó siendo una trampa.

Estoy de acuerdo. Se les permitió liberarse a cambio de no dejar de pedirles, de exigirles o de esperar de ellas las mismas cosas que antes, tanto en el terreno de la maternidad como en el de los cuidados. En el libro, Eva encarna este tipo de mujer superada por intentar llegar a todo y Sara es la que sufre las consecuencias de haberse desentendido de estas exigencias clásicas para ir más allá.

¿Qué opina de la eclosión feminista de estos últimos tiempos?

Me ha abierto los ojos. Me he dado cuenta de que no sé nada del feminismo como corriente teórica o histórica. Todo lo que sé es por intuición, a nivel de usuaria, como la mayoría de nosotras, y es a partir de aquí que surge tratar en las novelas lo que ves a tu alrededor, porque al final, si quieres escribir historias realistas, tienes la fuente ante tus ojos y no puedes pasar por alto la realidad.

¿Por qué decidió que el núcleo duro de la novela transcurriera en el 2007, una fecha significativa por el inicio del crac económico y social.

Fue por eliminación, porque en el primer libro traté el inicio de la crisis y en el segundo, su auge. Así que estaba un poco cansada de personajes paralizados por problemas de trabajo, vivienda, etcétera. De manera que me atraía tratar una época en la que todo el mundo creía que todo estaba solucionado, que era el curso natural de las cosas y sería así para siempre. Y sobre todo, me divertía que el lector tuviera perspectiva sobre aquella época, que supiera cómo acabaría la cosa, que partiera de esta ventaja sobre la vida de los protagonistas.

¿Cree que en el futuro podría decidir, digamos, dar la cara? ¿Qué ha pesado más en la decisión de no exponerse: la timidez, el preservar su intimidad o una concepción ética de lo que tiene que ser un autor?

De hecho, no ha sido una decisión, porque nunca he considerado otra opción. Por suerte, esto de los libros va de leer y al final es lo que importa y lo que queda. 

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