cantantes eclipsados

Aretha y la segunda fila

La vida, muerte y fastuoso funeral de la 'Reina del soul' ocultan a innumerables artistas de música negra que merecerían honores parecidos

TERRY CALLIER

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Kiko Amat

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Una ley inmutable: cuando uno se acerca demasiado a la cámara, los de atrás no salen en la foto. Y otra ley: si hay un Rey o Reina, va a haber vasallos corriendo de aquí para allá con jofainas. Digo esto a cuento de los honores otorgados a Aretha Franklin, la 'Reina del soul', tras su fallecimiento a los 76 años. Expresidentes norteamericanos, políticos y celebridades se han lanzado a cantar la genialidad de la diva. Incluso Madonna ha mascullado el nombre de Aretha; si bien con la boca pequeña y en mitad de una extensa loa a sí misma. 

Que Aretha Franklin merecía parabienes es innegable. La cuestión es si el superéxito de algunos artistas tiene que ver solo con el talento, u obedece a una amalgama de factores que incluyen la visión comercial, la demanda o el azar. El triunfo 'mainstream' global no suele ser justo, y el pastel nunca alcanza para todos. Cada vez que un artista accede al Olimpo, la veleidosa mirada del público tiende a seguir al #1, y deja al resto de aspirantes sosteniendo sus propias y lánguidas velas. A veces este proceso se zanja de un modo digerible, cuando ocupan trono los Beatles, por decir algo. En otras ocasiones, por desgracia, el fulano que se apoltrona allí es Rick Astley. Y uno nota el familiar regüeldillo de náusea en la glotis.

Generación en la penumbra

Minnie Riperton interpretando 'Lovin' you'


Aretha, naturalmente, pertenece al apartado digerible. Era una cantante increíble y una compositora solvente. El soul pierde a una gran artista. Dicho esto, la atención que se le dedicó, y se le dedica de modo póstumo, ha sumido en la penumbra a una generación de 'soul singers' que recibieron los esperados tributos de prensa y pares, pero no los funerales fastuosos ni obituarios oficiales. Bobby Bland murió en el 2013, por ejemplo, y que yo recuerde los aeropuertos no detuvieron su actividad. Terry Callier lo hizo en el 2012, Curtis Mayfield en el 1999, y no se habló de ellos en el Congreso. Minnie Ripperton, Tammi Terrell o Gloria Jones se fueron al otro barrio con bastante pena, pero no mucha gloria. ¡Laura Nyro! Su muerte en 1997 causó la misma conmoción mundial que una flatulencia de congrio en mitad del océano. David Ruffin, de The Temptations, con aquella voz que nos hacía sietes en el alma, murió de sobredosis en 1991, y nadie realiza minutos de silencio. Levi Stubbs, de The Four Tops, nos dejó en el 2008 y, aunque el expresidente Clinton y el entonces senador Obama emitieron sendos pésames, en vida no fue invitado a cantar para la Casa Blanca (algo que Aretha le pilló el gustillo a hacer, tanto para Clinton en el 2003 como para Obama el 2009).

Curtis Mayfield interpretando 'Superfly'


Hay más: Betty Everett, con una vozarraca y una ristra de 'hits' que aporrean enérgicamente las puertas del cielo -'The Shoop shoop song (it’s in his kiss)', que versionó Cher; 'I can’t hear you', 'Getting mighty crowded', que versionó Elvis Costello; 'Let it be me', 'You’re no good'... -, murió en el 2001, y no recuerdo que George W. Bush (quien, de acuerdo, era un zote) escribiese unas líneas de homenaje. La oscura ídola 'northern' Maxine Brown sigue viva aún, pero apostaría que cuando fallezca no van a verterse sobre ella los untuosos réquiems que cosecha la Franklin. Ni siquiera Bill Whiters, Al Green, Martha Reeves, Marvis Staples o Gladys Knight (coronada 'Emperatriz del soul' a modo de consolación) acapararán ese alud de lisonjas y lamentos.

Las razones

Ustedes se preguntarán por qué Aretha, entonces. Las razones son varias: una de ellas, política, es su conexión con el movimiento de derechos civiles. Aretha cantó un sentido 'Precious Lord' en las exequias al reverendo King en 1968, momento 'zeitgeist' total del siglo XX. Otra razón es mercantil: Aretha grabó para Atlantic, una de las discográficas mamut de la época. La serie inapelable de 'hits' de Aretha de 1967 a 1972 ('Natural Woman', 'Chain of Fools', 'Think', etcétera) estalló internacionalmente gracias a la maquinaria de Atlantic, de la que carecían compañías como Curtom o Chess. Las de Aretha eran buenas canciones, sin duda, pero agigantadas mediante músculo corporativo.

Las apariciones en filmes exitosos como 'The Blues Brothers' (1980) contribuyeron a popularizar su música entre un público joven que solo la conocía de oídas. Hacia esa época Aretha ya estaba tapando a todo el mundo, su cara en pleno objetivo. A finales de los ochenta sufrimos sus dúos con George Michael o Annie Lennox, así como sus 23 eternos años de álbumes para Arista, atiborrados de éxitos endebles (como la sobresaturada 'Freeway of love', #3 en 1985) que, como era de esperar, nadie menciona hoy.

Dejémoslo aquí. Uno odiaría ser el típico hijo ingrato que chafa las bodas de oro paternas, como en las películas de Haneke. Aretha era grande, sí, ¿quizás 'demasiado' grande? Si conseguimos que se mueva un poco a un lado tal vez alcancemos a ver a los que quedaban ocultos por su figura.