ENTREVISTA

David Carabén: "No pensábamos que elegir el catalán nos condenara"

Mishima repasa su clásico disco 'Set tota la vida', que cumple diez años, en el festival Acústica, de Figueres

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Jordi Bianciotto

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Uno de los discos que espolearon la regeneración del pop en catalán de la última década fue ‘Set tota la vida’, de Mishima, lanzado a finales del 2007, promocionado a lo largo del 2008 y que ahora el grupo barcelonés se dispone a recrear, en su 10º aniversario, canción a canción, en el marco del festival Acústica, de Figueres (este viernes a medianoche, plaza de Catalunya). Hablamos con el cantante y compositor del quinteto, David Carabén.

‘Set tota la vida’, ¿es el mejor disco de Mishima?

No, yo tengo la sensación de con cada disco lo hemos ido haciendo mejor, pero puedo entender que aquella combinación de entusiasmo, de buenas canciones y de que éramos un grupo nuevo tenga un valor. ‘Set tota la vida’ fue el disco con el que encontramos un sonido, un estilo. Fue el primero que grabamos con Paco Loco, que nos transmitió seguridad, y quizá nos sentimos banda por primera vez.

Escuchando el disco con oídos de ahora, ¿diría que entonces se les notaban más las influencias: The Divine Comedy, The Jesus & Mary Chain…?

No lo sé, nunca hemos sido conscientes de que algún arreglo viniera de aquí o de allá. No buscas parecerte a nada, aunque puede ser que adoptes un patrón rítmico porque la banda que te gusta lo utiliza.

Eran un grupo muy consumidor de música y de prensa musical.

Sí, sí, éramos ‘freakies’-‘freakies’, y el abanico de bandas que nos interesaba era muy amplio. Dani Vega había tocado heavy metal y con Ego:Trip hacía una especie de trip-hop. Marc Lloret era más de grunge, y había tenido un grupo en esa línea, Orange, con Dani Acedo. Yo venía tanto de Pixies y Dinosaur Jr. como de Roy Orbison, Ramones... Y Oscar D’Aniello tenía todo un bagaje como ‘discjockey’.

Se diría que ‘Set tota la vida’, desde su mismo título, establece el principio filosófico troncal de Mishima: esa pasión por la vida que puede llegar a convertirse en adictiva.

Hay que pensar que el disco anterior, ‘Trucar a casa. Recollir les fotos. Pagar la multa’, estaba muy imbuido por la muerte de mi padre y quizá tenía un fondo más triste o trascendente. ‘Set tota la vida’ quizá fuera una reacción, una crítica a aquel estado de ánimo. Yo estaba en un pozo y trataba de salir de él, de modo que quedó un disco más vitalista.

Un trazo de la identidad futura de Mishima.

Sí, encontrando las razones por las cuales seguir creyendo en la música y en la vida. Pero creo que este es el trabajo de todo músico. La música no es solo el producto de un juego, ni la llevas encima: acudir a ella es una apuesta, una decisión para que la vida te aporte cosas.

En ‘Un tros de fang’,  la canción más popular del disco, hay un enamoramiento un poco fatalista, con conciencia de no ser correspondido plenamente, al borde de la humillación.

Ese es un tema que se puede encontrar en más de un disco de Mishima: los grises de la relación amorosa. En mis canciones casi nunca he tratado solo la parte de la eclosión y la afirmación del enamoramiento; siempre me ha interesado esa desigualdad que se establece, ese equilibrio en cierta precariedad. Es lo que me parece interesante de las canciones de amor.

"No creo que pudiésemos haber seguido en inglés: habría significado que esto seguía siendo un juego para nosotros"

Este fue su segundo disco en catalán.

El cambio de lengua tuvo que ver con la afirmación de mi vocación. Al principio esto es un juego: me disfrazo de artista. Y poco a poco me lo voy creyendo, y dejo los artificios, o me relaciono con ellos de una manera más franca. No creo que pudiésemos haber seguido en inglés: habría significado que esto seguía siendo un juego para nosotros. Las canciones de ‘Trucar la porta…’ me sirvieron mucho para hacer el duelo de mi padre. No podía cantarlas en inglés.

Luego, haber elegido el catalán les ayudó a colocarse al frente de nuestra moderna escena pop, con Antònia Font y, poco después, Manel. ¿Se imaginaban entonces que se estaba creando ese espacio?

Teníamos la sensación de que habíamos hecho un gran disco, y nos faltaba un buen aliado para que la gente lo conociera. En aquel momento ya estaba Antònia Font, y nos parecía que vivíamos un crepúsculo de algunas instituciones del rock en catalán y la aparición de otras nuevas. ‘Trucar a casa’ lo presentamos en el Pop Arb, y ahí nos dimos cuenta de que la gente cantaba nuestras canciones. Sí, veíamos que estaba naciendo un nuevo público.

Antes de eso parecían un grupo del ‘indie pop’ anglófono más del circuito español.

Pero nosotros, inocentemente, no pensábamos que elegir el catalán nos condenara a nada ni que nos limitara. Creíamos que podíamos ser queridos por el público del Estado y de fuera, de Francia o el Reino Unido. Nuestra discográfica de entonces, Sinnamon, estaba entrando en muchos festivales, y montaban el festival Summercase, una marca poderosa. Veíamos posible entrar en aquella parcela de mercado. Con los años se iría viendo que no, pero entonces lo creíamos.

"Mishima está en un liga entre la canción de autor y el pop. No siempre es una ecuación fácil de resolver"

Decía que en aquella época comenzaron a sentirse banda, aunque siempre ha parecido que debajo de la elaborada arquitectura sonora de Mishima había un cantautor, y en el reciente disco ‘Set tota la vida. Tribut a Mishima’, publicado por ‘Enderrock’, adaptan piezas del disco voces como Marina Rossell, Judit Neddermann o Joana Gomila.

Estamos en una liga entre la canción de autor y el pop. No siempre es una ecuación fácil de resolver. En nuestras actuaciones se tiene que entender bien la voz, pero a la vez necesitas contundencia en el sonido. A veces hay que decidir y es complicado. Pero eso ocurre a partir de los 90 con muchas bandas, con Pulp, Tindersticks o Nick Cave con los Bad Seeds.

Comercialmente, ¿‘Set tota la vida’ es de sus discos de más éxito?

No, no, el mejor en ese sentido ha sido ‘L’amor feliç’ (2012). ‘Set tota la vida’ tuvo una vida peculiar. Giramos poco con él, Sinnamon se fue derritiendo como un terrón de azúcar y el disco se resintió; la distribución no fue muy potente.

Por cierto, ¡‘Set tota la vida’ es el nombre de un vino de Mishima!

Sí, seguimos produciéndolo, es muy chulo y casa bien con la música. Es un Montsant, a base de syrah, cariñena y garnacha negra. También hacemos un vino blanco, el Vine, un Terra Alta, y un cava, Guspira, que es Penedès.

En Acústica tocarán el disco entero. ¿Será una experiencia extraña?

Para mí, sí, es algo que nunca hemos hecho. Muchas de esas canciones, como ‘Els ametllers’, apenas las hemos interpretado en directo, y ‘Neix el món dintre l’ull’, por ejemplo, hace mucho que no la tocamos.

"Hay quien se mantiene fiel y quien no, que ha tenido hijos y se ha apartado de la música. Sí, ser nuevo es importante"

 

Antes hablaba de cuando Mishima era una nueva sensación. ¿Les cuesta actualmente recordar a la gente que el grupo sigue ahí, haciendo discos, aunque ya no sea el nombre emergente de la temporada?

A veces te dicen “mi disco de Mishima es ‘Trucar a casa’, los otros ya no me gustan tanto” y notas mucho que ese fue el trabajo con el que te descubrieron y que asocian a un momento de sus vidas. Y hay quien se mantiene fiel y quien no, que ha tenido hijos y se ha apartado de la música. Sí, ser nuevo es importante.

Pero Mishima parece determinado a seguir.

Porque tenemos la sensación de que esto no lo hemos elegido nosotros, que es la música la que nos ha elegido.

¿Tiene nuevas canciones en camino?

Ahora estoy haciendo la banda sonora de ‘Si no t’hagués conegut’, que TV3 estrenará en octubre, con guión de Sergi Belbel y dirigida por Kiko Ruiz. Música instrumental y un par de canciones.

¿Se aparta del sonido de Mishima?

Esas canciones no las canto yo, sino la actriz Andrea Ros. Habrá más de una versión de esas piezas, y en algunas de ellas tocará Mishima. Son canciones de encargo, que deben obedecer a una temática, un estado de ánimo y unos universos paralelos. Las compuse a partir de otras con las que Sergi se inspiró. Y con la voz de Andrea, será Mishima y no será Mishima.

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