CRÓNICA

Ricky Martin arrolla de principio a fin en Porta Ferrada

El cantante puertorriqueño ofreció un imparable espectáculo en el cierre del festival en el que viajó de éxitos pretéritos como 'Livin' la vida loca' al reciente 'Fiebre'

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Jordi Bianciotto

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Como si hiciera caso a Bruce Springsteen cuando aconsejó a Arcade Fire que en tiempos de dudas se refugiaran en España, donde siempre tendrán fans sinceros y calurosos, Ricky Martin anda ofreciendo una larga gira de diez conciertos de norte a sur de la península. Pero las rachas tibias del puertoriqueño (cuando se tenía que conformar con llenar medio Palau Sant Jordi) parecen quedar atrás: recientes éxitos han reactivado su carrera de modo que un par de generaciones de fans se funden alegremente en noches como la de este lunes en el Guíxols Arena, de Sant Feliu de Guíxols, ante más de 5.000 personas.

Espectáculo de un poder inhabitual en los festivales de verano, el más voluminoso que haya acogido nunca Porta Ferrada, tal y como aseguraba a este diario su director artístico, Albert Mallol. Una decena de pantallas de vídeo, banda con sección de metales y seis bailarines… ‘Show’, hay que decir, arrollador desde sus primeros compases, cuando un Ricky trajeado, procedió a presentarnos a ‘María’, ese “laberinto carnal, que te atrapa y no te enteras”.

Moverse y agitarse

De ahí al ‘crossover’ exótico, vía Miami, de ‘Love you for a day’ y a una intensa secuencia regada por estribillos que no se pierden por las sendas de la metáfora: “Muévete duro”, “shake your bon-bon”, “sube la adrenalina, sube, sube”… Un no parar hasta que llegó el momento de ‘Vuelve’, baladita melodramática que el cantante interpretó luciendo un batín dorado de lamé como si saliera desconsolado de la alcoba porque su amante ha huido por piernas. Ricky ha tomado nota de los espectáculos pop con bloques diferenciados y cambios de vestuario, y un par de tamborileros anunciaron el exotismo de ‘Jaleo’, con arabescos de guitarra, camino de sendas bombas, ‘She bangs’ y ‘Livin’ la vida loca’. Entre ambas irrumpió sobre las tablas una espontánea: “María Esther, de Barcelona, vengo de Aragón”. Ricky, galante: “¡Eres una diosa del escenario!”.

Luego vino el momento serio: imágenes de niños desatendidos en las pantallas de vídeo, en atención a la labor de la Fundación Ricky Martin, humanitaria ella. Y, ahí sí, el indispensable bloque de baladas para que luego el ‘crescendo’ final se lo lleve todo por delante. ‘Somos la semilla’, ‘Casi un bolero’, ‘Disparo al corazón’… Ricky, en modo romántico (“me atacaste con un beso a sangre fría”), y un instrumento tradicional, el cuatro puertorriqueño, envolviendo el desconsuelo de ‘Tu recuerdo’.

Pero su repertorio no vive solo de hitos pretéritos: ahí están ‘Fiebre’, su reciente asociación con Wisin & Wander, y ‘Vente pa ca’, dueto con Maluma, que le han acercado con gracia a territorio reggaetonero y urbano, y que arrollaron interpelando al sector más juvenil del público. Ricky Martin, demostrando que no se ha quedado clavado en el canon pop latino de 1999. Y más y más ‘hits’: ‘La bomba’, ‘La copa de la vida’, atacando a fans antiguos y nuevos, "por arriba, por abajo", y hasta una ‘Mordidita’ como broche, no sin que antes Ricky, formal, mirara al horizonte y se pusiera trascendente. “Muchas gracias, que Dios les bendiga”.