EL ANFITEATRO

Kafka en Salzburgo

El festival programa la ópera 'Der Prozess', de Gottfried von Einem, en un homenaje tardío al compositor

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Rosa Massagué

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La ópera es teatro y como tal requiere ser representada. Hay ocasiones en que una ópera en versión de concierto puede funcionar si, por ejemplo, la calidad de los intérpretes es excelente. Pero hay otras en que la obra por sí misma clama por subir al escenario. Este es el caso de ‘Der Prozess’ (‘El proceso’), ópera del austriaco Gottfried von Einem que el Festival de Salzburgo ha programado en un único concierto para conmemorar, con tacañería, el centenario del nacimiento del compositor que fue uno de los puntales del festival en la posguerra.

‘Der Prozess’ está basa en la obra homónima de Franz Kafka que narra de forma fragmentada la historia de Joseph K., un empleado de banca que es detenido y juzgado aunque nunca sabe por quién ni por qué delitos. El novelista no acabó la obra aunque sí dejó un final. En ella hay un cúmulo de situaciones arbitrarias y numerosos personajes. Von Einem y los libretistas Boris Blacher y Heinz von Cramer siguen muy fielmente la obra de Kafka.

Con una historia absurda y compleja, con mucho texto que no es fácil, con más de veinte personajes de lo más variopinto en escena y con un libreto lleno de indicaciones de situaciones y movimientos de los cantantes solo comprensibles en una representación, la versión de concierto resulta difícil de seguir, especialmente cuando algún cantante, como era el caso, interpretaba cuatro papeles distintos.

Dicho esto, ‘Der Prozess’ es una partitura magnífica. La música no se aparta de la tonalidad e incorpora muchos elementos del siglo XX, especialmente de músicas populares y del jazz con un aire de bailable. En este sentido, Von Einem da un gran peso a los metales mientras que las cuerdas que quedan en segundo lugar. Su inicio, con unas solemnes campanas que dan las ocho de la mañana, hora en la que se levanta Josep K., predispone al espectador a un viaje musical inquietante, como así es, hecho más inquietante todavía por el sonido de unas trompetas como si fueran las del juicio final. La partitura tienen también momentos de gran lirismo hacia el final, en el papel del protagonista.

HK Gruber dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio austriaca ORF. Este director y también compositor había sido alumno de Von Einem en Viena y su actuación en Salzburgo era claramente una reivindicación de la obra de su maestro bien correspondida por los músicos. El papel de Joseph K. es uno de estos papeles extenuantes, no tanto por las exigencias vocales, como por las muchas y largas intervenciones que el tenor Michael Laurenz resolvió muy bien, lo mismo que la soprano Ilse Eerens como Fräulein Bürstner y otros personajes. El resto de intérpretes, diez, también estuvo a la altura en los distintos papeles que cantaban.

El público del Felsenreitschule acogió la obra con grandes aplausos y un Gruber emocionado alzó la partitura ante los espectadores en homenaje al compositor. Tanta era su emoción que se abrazó a todos los cantantes y lanzaba besos a la orquesta. Ciertamente, pese a la limitación que supone la versión de concierto, interpretar ‘Der Prozess’ en Salzburgo era una especie de acto debido a una figura que fue importante en la historia del festival y que aquí pasó por una situación kafkiana aunque sin llegar a los excesos sufridos por Joseph K.

En 1947 el Festival estrenó su primera ópera, ‘Danton’s Tod’ (‘La muerte de Danton’) con gran éxito. A parte de las obras de Richard Strauss, era la primera vez que en Salzburgo se estrenaba una ópera contemporánea. Muchos y entre ellos el compositor y el mítico director Wilhelm Furtwängler veían en este éxito el inicio de una nueva era en el festival. Al año siguiente Von Einem se integró en el consejo de dirección del festival.

El compositor, abierto al arte y ajeno a todo tipo de fronteras, tropezó con el histórico reaccionarismo y ultraconservadurismo de Salzburgo al proponer una obra a Bertolt Brecht. El dramaturgo había perdido la nacionalidad alemana durante el nazismo y a su regreso del exilio estadounidense era un apátrida. La posibilidad de que tras el encargo del festival, Brecht, un comunista, pudiera obtener la nacionalidad austriaca levantó las iras de los políticos que fueron secundadas por la prensa.

Von Einem fue excluido de la dirección de festival por lo que se consideró su “conducta incalificable”. Hubo también protestas contra el acoso al que las fuerzas vivas sometieron al compositor, entre ellas las de Furtwängler y Karl Böhm. La intercesión de estos grandes directores hizo que el caso se resolviera, pero solo a medias. Primero con el estreno de ‘Der Prozess’ en 1953 protagonizada por Max Lorenz y Lisa della Casa bajo la dirección de Böhm, y después con la creación de un ente artístico creado ‘ad hoc’ para Von Einem desde el que podía tener voz en la dirección del festival. Con la llegada de Herbert von Karajan a la dirección artística en 1956 empezó un periodo de constantes enfrentamientos y tensiones irreconciliables que concluyeron en 1964 con la dimisión de Von Einem.

Después de esta historia de encuentros y desencuentros del compositor con el festival, la conmemoración del centenario de su nacimiento con esta única interpretación de ‘Der Prozess’ en versión de concierto es realmente muy poco. Viena, por ejemplo, ha sido más generosa. Este año la Staatsoper programó ‘Danton’s Tod’ y el Theater an der Wien hizo otro tanto con ‘Der Besuch der alten Dame’ (‘La visita de la vieja dama‘).

‘Der Prozess’, vista el 14 de agosto.  

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