cita en tierras volcánicas

Indonesia, la isla de Pascua y Mongolia bailan en la Garrotxa

El festival Ésdansa de Les Preses apuesta por aunar la danza de raíz tradicional con las coreografías más contemporáneas

EsDansa 2018

EsDansa 2018

Natàlia Farré

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Fuera los prejuicios y abajo los estereotipos. Ni arcaica, ni rancia, ni demodé. Todo lo contrario: innovadora, contemporánea, dinámica y creativa. Así ven, y así trabajan, la danza de raíz tradicional en Ésdansa, el festival que lleva 35 años (el lunes empieza la 36ª edición) demostrando eso, que tradición y contemporaneidad no son un oxímoron sino más bien un pleonasmo. Para ello focalizan sus esfuerzos en trabajar con la máxima creatividad y con tecnologías del siglo XXI lo que viene de antaño, y en evidenciar que lo contemporáneo puede beber del pasado. De ahí el nombre, toda una declaración de principios: Ésdansa, con la tercera persona del presente de indicativo del verbo ser en catalán, ‘és’, delante de la palabra danza. Porque la tradición puede ser y es actual. Nada de tiempos pretéritos. 

Todo ello se vive, se baila y se reivindica en Les Preses, al lado de Olot, en la Garrotxa, comarca danzarina donde las haya, pues además del Ésdansa acoge otra importante cita del sector, el Sismògraf, que se celebra en primavera. La cita actual empezará el lunes 20 y se alargará hasta el domingo 26. Una semana para ver, escuchar, aprender y bailar. Sí, bailar. Aquí los espectadores no son pasivos, son también bailarines, si se tercia y quieren. El objetivo es "dar una visión lo más experiencial posible, y que el público pueda vivir la danza en primera persona", apunta su director Jordi Fosas. De hecho, la vertiente participativa, la que invita a subir al escenario al personal, empezó con 20 voluntarios por noche, en el año 2000, y en la última edición sumó mil por jornada. 

Mil manos

Este será uno de los puntos fuertes de esta edición, el otro girará en torno a fusionar baile y música. El resto, lo dicho: "Un recorrido de 360º, que va desde las danzas tradicionales que aún se bailan en cualquier parte del mundo realizadas con la máxima creatividad hasta llegar a las nuevas propuestas del sector profesional de la danza basadas en la tradición", a juicio de Fosas. Así el itinerario empezará con la interpretación del Saman, también llamado popularmente La danza de las mil manos por los frenéticos e imposibles movimientos que los bailarines realizan con ellas. El baile es Patrimonio Cultura l Inmaterial de la Humanidad y, aunque antaño solo se practicaba en el aniversario de Mahoma, ahora se ha convertido en la danza nacional de Indonesia. 

Un baile rápido, sincopado e hipnótico que ejecutarán los profesionales el lunes, 20, y 500 voluntarios, para sumar mil manos, el viernes, 24. Los que quieran vivir la experiencia recibirán formación durante la semana y representarán una versión reducida y simplificada de la danza. También habrá participación en la otra propuesta tradicional declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que figura en el programa: el Biyelgee, la danza tradicional de los nómadas de Mongolia que, como no puede ser de otra manera, se bailará dentro de una yurta, la casa propia de las estepas. La vivienda, levantada en un espacio no revelado de la Vall del Corb, acogerá 20 espectadores por pase. Pero como el festival tiene vocación de internacional, habrá más paradas geográficas: en los Balcanes, Chipre, El Salvador y Chile, con bailes de la remota Isla de Pascua icluidos. 

'Castells' en clave conceptual

La mirada más contemporánea se verá en el diálogo entre música y baile. "¿Por qué el flamenco es capaz de beber de las raíces para hacer propuestas supercontemporáneas y aquí cuesta más?", se pregunta el director del festival. No da una respuesta pero sí una solución: "Lo estamos trabajando y vamos hacerlo, por ejemplo con Lali Ayguadé". La reconocida bailarina y coreógrafa contemporánea pone movimiento, junto con Magí Serra, a las viejas tonadas mallorquinas que canta Joana Gomila en el espectáculo 'Sa mateixa'. Otro ejemplo válido es el de las bailarinas Clàudia Gómez y Raquel Viñuales. Las dos artistas interpretan en clave conceptual el movimiento de los 'castellers' en 'Pilar de dos'.  Es la suma del lenguaje físico de los 'castells' y la poética de la danza. 

Lo mismo que ocurre con el flamenco ocurre con la danza tradicional vasca, esta también puede ser de lo más moderna. Lo es de la mano de la compañía Kukai Dantza, grupo que cuenta con más de un premio Max en el bolsillo. Y en este espejo se miran los catalanes de Factoria Mascaró. En el festival harán tándem con el grupo de habaneras L’espingari en la obra 'Indiano sons i els passos perduts' con el objetivo de poner el movimiento que no ha trascendido pero que seguro que tenían las canciones de taberna entonadas aquí y en América en el siglo XIX. Una propuesta que se intuye mucho más contemporánea que la típica mano alzada agitando un pañuelo al ritmo de la 'Bella Lola' propia de los conciertos de habaneras. 

Son algunas,aunque no todas,  de las funciones programadas en el Ésdansa de este año, un encuentro que  acoge 22 compañías, seis de ellas internacionales. Dispone de un presupuesto de 200.000 euros, un 65% de aportación pública. Y el año pasado llegó a la cifra récord de 10.500 asistentes. Un encuentro que nació en 1983 casi como un apendice del Festival Internacional de Música de Cantonigòs y que con los años se ha convertido en una cita con personalidad propia y en referente internacional.

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