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'¿La vida es sueño? o #gwenismurfila': de Calderón a la comedia tecnológica

Este montaje de la compañía Les Llibertàries puede verse en la Villarroel hasta este viernes

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Eduardo de Vicente

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La joven compañía teatral Les Llibertàries se dio a conocer en 2013 con el sorprendente Llibert, un drama conmovedor en el que una madre narraba los primeros 15 días de su hijo que había nacido con serios daños cerebrales. Recibió el aplauso unánime del público y la crítica y se alzó con varios premios como el Serra d’Or al mejor montaje del año, dos Butaca y fue finalista en los Max en dos categorías. Nada mal para ser un debut. Por ello se esperaba con ansiedad su nuevo trabajo, ¿La vida es sueño? o #gwenismurfila que cambia radicalmente de enfoque¿La vida es sueño? o #gwenismurfila .

La obra se mueve en dos direcciones. Por un lado apunta a una comedia gamberra en la que dos amigas buscan a través de las redes sociales a una tercera, Murfila. Se trata de una chica que se parece mucho a Gwen Stefani, la cantante del grupo No doubt cuyo mayor éxito fue la pegadiza Don’t speak. De ahí el juego de palabras tras la almohadilla del título sugiriendo que se trata de la misma persona. Las nuevas tecnologías están presentes continuamente a través de una pantalla conectada a un ordenador en el que se proyectan tanto imágenes de las redes sociales como otros complementos para hacer avanzar la acción.

Un inesperado viaje al pasado

Ese tono festivo y desprejuiciado desaparece casi por completo cuando se interrumpe la historia para intercalar fragmentos de La vida es sueño de Calderón de la Barca, más o menos integrados en la narración, que cambian radicalmente la respuesta del público. Pasamos de la carcajada o la sonrisa a un estado más serio y trascendente en un vaivén que se mantiene durante toda la función.

Es un experimento arriesgado con momentos hilarantes y otros más filosóficos que pretenden emocionar con los versos mientras el espectador va de un estado a otro en cuestión de minutos. Puede resultar desconcertante o brillante, depende de cada uno. Son dos obras en una que quizás por separado mantendrían más delimitadas sus intenciones, pero alternadas son una bomba de relojería ante la que cabe cualquier reacción.

Espléndido duelo de actrices

Intenta hacernos reflexionar sobre la dependencia e influencia en nuestras vidas de las nuevas herramientas de comunicación e incluye continuas referencias tanto musicales como cinematográficas de No Doubt a E.T., lo que conecta fácilmente con la platea. En eso también destacan las dos actrices (Gemma Brió y Tàtels Pérez) cuya espontaneidad y frescura son lo mejor de la obra. El tercero en escena, Enric Alarcón, se limita a hacer las funciones de técnico aunque hacia el final se arranca a cantar el tema Five hundred miles y justifica su presencia. La cuarta presencia, la citadísima Murfila nunca aparece en el escenario y viene a ser una parodia de Esperando a Godot.

Este nuevo trabajo de Les Llibertàries es valiente, algo suicida y puede desconcertar pero no se le puede negar el atrevimiento y la libertad que emana. La compañía Les Llibertàires está formada por las dos intérpretes mencionadas, el director Norbert Martínez (coautor del texto junto a Gemma Brió) y Mar Orfila (de ahí lo de Murfila) que ha coordinado la parte técnica audiovisual (¡atención al desternillante vídeo del taxista YouTuber!).

Las representaciones acaban este próximo viernes así que hay que darse prisa si se quiere descubrir un espectáculo diferente y controvertido sobre el que podemos estar debatiendo un buen rato tras salir de la sala Villarroel y recitando… “el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño, y los sueños son”.