FIESTA MUSICAL MUY CALDEADA

Barcelona arde con el Reggaeton Beach Festival

El Reggaeton Beach Festival congrega a 20.000 personas en el Fòrum con un cartel lleno de ídolos electro-latinos

Ambiente caldeado en el Reggaeton Beach Festival de Barcelona, en la playa del Fòrum

Ambiente caldeado en el Reggaeton Beach Festival de Barcelona, en la playa del Fòrum / .44476701

Juan Manuel Freire

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Por si hacía falta alguna prueba adicional (no, no la hacía) del empuje de reggaetón, pop urbano y electrónica latina en la música popular actual, ahí queda el 'sold out' fulminante del último Reggaeton Beach Festival, en su segunda edición catalana (también se celebra en Benidorm) trasladado del puerto de Badalona al Parc del Fòrum.

Hasta 20.000 almas dispersadas por el Fòrum en busca de diversión, la quema de calorías y el perreo impenitente. En busca, en algún caso, de la playa prometida ya desde el nombre del festival. Playa, playa, a la antigua, no había: solo la zona de baños del Fòrum, una playa sin arena y con áreas de mar controladas. "Tetes, que no tiene arena", comentaba sorprendido un veinteañero a sus colegas, todos con toallas a los hombros. Los sueños de castillos, al traste. Pero uno de ellos se dio un chapuzón rápido y volvió, dijo, "como nuevo".

A nadie pareció importarle que hubiera más asfalto que arena: cerca o no de las 'zonas controladas de agua', donde se podía practicar wakeboard, raro o rara era quien vestía camiseta. Como en el vecino Barcelona Beach Festival, aquello fue por momentos digno de aquel inicio de la película 'Spring breakers' a ritmo de Skrillex: puro delirio hedonista a media hora de la tarde. 'Yes, oh my god'. Quien todavía sostiene que el público de Barcelona es hierático, debería darse un garbeo por aquí el próximo año, si es que consigue entrada a tiempo.

La locura llegó, por ejemplo, cuando Juan Magán, que parece ser al RBF lo que David Guetta al BBF (ya actuó el año pasado en su Badalona natal), se olvidó del reguetón para virar claramente hacia la EDM, como con ese remix del “Bum Bum Tam Tam” de MC Fioti. Por lo general, sin embargo, no se pasó de los 100 bpm: esta era una fiesta para bailar sinuosos, ralentizados y pegados.   

Magán empezó tirando de su efectiva 'Usted', por desgracia, con la carismática voz de Mala Rodríguez solo pregrabada. Pinchó pero también cantó, a veces pasando la responsabilidad a un público que se sabía cada palabra de 'Déjate llevar', 'He llorado (Como un niño)', 'Le encanta', 'Soy un don'… El clímax quizá definitivo llegó con 'Ni la hora', su mano a mano con la concursante de 'Operación Triunfo' Ana Guerra.

Más allá de un sonido

Lo de reggaetón (o reguetón) se queda corto, quizá, como descripción genérica para un festival que en realidad abrazó ritmos urbanos de distinto pelaje, pop latino y fogonazos de electro-house de macrofestival. Un puñado de artistas y DJs se pusieron de acuerdo en citar de algún modo 'Mi gente' de J Balvin (después de reinar el verano pasado, podría volver a imponerse en este), pero en las sesiones del RBF (concentradas en un segundo escenario donde, por la mañana, se había podido hacer zumba pasada por agua) se oyeron también muchos temas de Drake, de 'God’s plan' a 'In my feelings'. Y una de las actuaciones más celebradas fue de un grupo esencialmente pop, con sus guitarras, sus teclados, sus armonías vocales, etcétera.

Hablamos de Piso 21, quienes pudieron, por fin, resarcirse de aquella actuación cortada antes de tiempo en el RBF 2017. El sábado tuvieron tiempo para explayarse y exhibir a conciencia su repertorio de pop latino y urbano, menos centrado líricamente en la sensualidad exuberante que los crímenes del corazón. Sedujeron con 'Te amo' (casi yacht rock por esa guitarra rítmica), enternecieron con 'Suele suceder' y desconcertaron, al menos a este cronista, marcándose un popurrí de temas de Nirvana, Michael Jackson, Lenny Kravitz y The White Stripes (exactamente ese en que están pensando) mientras se ondeaban banderas españolas y catalanas en el escenario.

R&B con acento colombiano

En el caso de Karol G, podemos hablar de reguetón, pero también de trap y de R&B. Su actuación empieza con un discurso feminista en pantalla, al estilo de la Beyoncé de '***Flawless', de la que ha tomado también recursos melódicos y fiereza vocal. Tuvo al público en el bolsillo desde el minuto uno, y eso sin tener que recurrir enseguida a sus últimos y más rotundos 'hits': nos engañó con un teaser a capella de 'Mi cama', pero no la hizo completa hasta el final. Antes, canciones con la pegada de 'Hello', 'A ella', 'Pineapple' o 'Mi mala', su colaboración con Mau y Ricky.

Temas que cantaban, en la explanada, quienes ni siquiera se habían atrevido a apretujarse con la multitud delante del escenario principal. Se podría decir que fueron los mejores momentos del RBF, pero también había expectativas con las actuaciones, a continuación, de dos portorriqueños de distantes generaciones: el veterano Daddy Yankee (el hombre de 'La gasolina', el colega de Luis Fonsi en 'Despacito') y el casi recién llegado (en el 2016 todavía trabajaba en un súper) Bad Bunny, todo un referente del trap latino.

Con solo dos ediciones, el Reggaeton Beach Festival ya se autoproclama referente en Europa, y el año que viene, promete tener cinco sedes en todo el continente. Si la invasión latina sigue a este ritmo, no les extrañe que acabe asentándose incluso en la fría Reikiavik.