ESTRENOS DE CINE

Nadir Moknèche: "Nuestra época es esclava de la corrección política"

El cineasta argelino afincado en Francia estrena 'Lola Pater', la historia de una mujer transgénero que se reencuentra con el hijo al que abandonó años atrás

El director Nadir Moknèche.

El director Nadir Moknèche.

Nando Salvà

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Nadir Moknèche ha sido comparado con Pedro Almodóvar tanto por sus obsesiones temáticas como por su interés en las heroínas poco convencionales. Ahora el cineasta argelino afincado en Francia estrena en España su quinta película, Lola Pater, la historia de una mujer transgénero (Fanny Ardant) que se reencuentra con el hijo al que abandonó años atrás.

El asunto transgénero lleva un tiempo situado en el centro del debate social. ¿Qué cree que su película puede aportar al respecto?

A decir verdad, el origen de la película no está en lo social sino sobre todo en recuerdos personales. Durante mucho tiempo yo viví en el barrio parisino de Pigalle, y allí congenié con algunas transexuales que se prostituían cerca del portal de mi bloque. Estrechar lazos con ellas me hizo darme cuenta de todos los prejuicios que por entonces yo tenía, y la condescendencia con la que las miraba. También descubrí los enormes sacrificios que esas mujeres habían hecho para reivindicar su propia identidad. Algunas de ellas acabaron suicidándose.

En todo caso, las circunstancias de la protagonista de Lola Pater

Es cierto. Desde que empecé a preparar la película supe que Lola no sería una prostituta, y que no trabajaría en un cabaret ni vendería drogas. Quise huir de esa conexión que solemos hacer entre las personas transgénero y los ambientes sórdidos y marginales, y decidí que el personaje tendría una vida amorosa y profesional estable. Y, en todo caso, me interesaba mucho menos su identidad sexual que su reencuentro con su hijo.

¿También en ese aspecto es para usted una película personal?

Sin duda. Yo perdí a mi padre a los 3 años, y siempre me pregunté si me habría llevado bien con él, y si él habría aprobado la vida que yo decidí llevar. Su ausencia me llegó a obsesionar tanto que empecé a fantasear sobre la posibilidad de que mi padre no hubiera muerto sino que hubiera decidido huir y cambiar de identidad. Y me pregunté: ¿cuál sería mi reacción en ese caso? Lo cierto es que yo daría lo que fuera por verle con vida, fuera cual fuera su identidad sexual.

Muchos opinan que los personajes transgénero deberían ser interpretados por actores transgénero. Está claro que usted no está de acuerdo.

No lo estoy, y no tengo ninguna duda de que nadie podría haber encarnado a Lola como lo hace Fanny Ardant. Vivimos en una época que es esclava de la corrección política, y en las que todas las minorías éticas o sexuales están siempre preparadas para levantar la voz. Sé de lo que hablo porque yo también soy una minoría. Sinceramente, me parece que ese argumento crítico carece de sentido, y de algún modo promueve la muerte del oficio actoral. ¿O es que para narrar una ficción sobre un asesino en serie hay que contratar a un asesino real?

Una de sus películas previas, Délice Paloma

Lo cierto es que no me importa, pero es difícil. En Argelia y en todo el mundo árabe las mujeres son víctimas de una especie de apartheid, y viven enclaustradas. Peor aún, la masculinidad y la virilidad son algo sagrado, casi divino. Algo intocable, por tanto. Y por eso una película como la mía, en la que un hombre argelino se convierte en mujer, seguramente será considerada una atrocidad.