CRÓNICA DE CONCIERTO
Fleet Foxes, ensueño forestal en Pedralbes
El grupo folk-rock exhibió pericia instrumental y capacidad emotiva en su nueva presentación de 'Crack-up'
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
Juan Manuel Freire
Un año después de brillar en el Vida Festival, Fleet Foxes volvieron el lunes a defender su repertorio folk-rock en otro entorno convenientemente verde: el festival Jardins Pedralbes, con su patio de butacas enmarcado por los árboles. Robin Pecknold, líder de la banda, se mostró en varias ocasiones abrumado por el entorno, asegurando que, sobre todo en comparación con la mayoría de festivales, esto era "perfecto".
Para perfección la suya: si ya en Vilanova, en el 2017, las canciones del reciente y complejo 'Crack-up' sonaron con toda su calidez y con todos sus matices, aquí se repitió el milagro; con la ventaja de un público silencioso. No trajeron los visuales de entonces, aquellos planos detalle de acuarelas o nubes de tormenta, pero a través de la música supieron crear imágenes en nuestra cabeza.
La inicial 'Grown ocean', del álbum del 2011 'Helplessness blues', invitaba a seguir el ritmo con los pies, y la gente lo hizo, pero sin tratar de quitar protagonismo a los músicos, entregados con brillantez al cultivo de un sonido poco 2018; más fácil de imaginar asomando por la onda media entre mediados de los 60, principios de los 70.
Viaje a su propio pasado
Canciones-río como 'Cassius-' y su continuación '-Naiads, Cassadies' mostraron el viraje progresivo del grupo de Seattle, pero pronto empezaron a asomar los clásicos más directos de su primera época. A una brillante 'Drops in the river' con contrabajo y guitarra tocada con arco siguió todo un tramo dedicado a su debut homónimo del 2008: la navideña 'White winter hymnal', la primaveral 'Ragged wood', la épica e intensa (bastante Led Zeppelin) 'Your protector', 'He doesn’t know why'… Entre la penúltima y la última nos regalaron 'Fool’s errand', el corte más fácil de tararear de su último, concienzudamente complicado disco.
Otra sección de especial capacidad emotiva fue la protagonizada por Pecknold en solitario y en acústico, con tomas de las antiguas 'Tiger mountain peasant song' y 'Oliver James' en las que sacó un chorro de voz no del todo explotado durante el resto del concierto: ¿estaba esperando a su momento de gloria?
Todos reunidos otra vez, se entregaron a algunas fases atonales y free jazz (ese solo de clarinete bajo en 'The shrine / An argument') y rubricaron la noche de la mejor forma posible, con 'Helplessness blues', canción sobre fragilidad de una de las bandas más sólidas que puedan verse actualmente en un escenario.
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