Snarky Puppy, gente normal que hace cosas extraordinarias

Su puesta en escena es de lo más prosaica: nueve tipos con pinta de exuniversitarios concentrados en tocar bien sus instrumentos. Cero en glamur. Pero a ratos, el efecto que consiguen es el de una banda de rock de estadio. Brazos en alto, la sala entera salta y corea un estribillo al futbolístico cántico de 'lo, lo, lo'. Lo extraordinario es que el estribillo en cuestión es el de una pieza instrumental y que la banda no es una banda de rock, sino un grupo de jazz fusión, por llamarlo de alguna forma comprensible.

Lo nunca visto. O por lo menos, lo que no se veía desde los tiempos de Weather Report, allá por los años 70. De hecho, una de sus piezas más celebradas el pasado viernes en la sala Barts, ‘What about me?’, podría pasar por un clásico del jazz funk de hace 30 años. Pero luego suena un forró brasileño, más tarde un groove emparentado con el hip hop, y ¿dónde hay que colocar los aires árabes de ‘Shofukan’?

Snarky Puppy, fusión y tesón en la Barts

Alegría contagiosa

Durante 10 años esa dispersión jugó en contra de Snarky Puppy, que no encajaban en ningún lado. Pero al fin, como comprobó una sala Barts llena y absolutamente entregada, la banda de Brooklyn ha acabado por encontrar un público tan diverso como su música, que aprecia su destreza instrumental y su precisión, agradece la mezcla de reto intelectual y gancho pop de sus canciones, y empatiza con la alegría contagiosa que desprenden en concierto.

En el estreno de Snarky Puppy en una sala de la ciudad, coorganizado por el Grec y el Festival de Jazz de Barcelona, cada solista fue jaleado como un héroe y cada arranque de canción se aplaudió como si fuera un bis. Fue una noche de música compleja pero pegadiza, hecha para pasarlo bien. Dicho así parece fácil de hacer pero no debe serlo tanto. Por ahora, Snarky Puppy solo hay uno.