CRÍTICA

La penúltima de Philip Kerr

El escritor de novela negra, recientemente fallecido, regresa con 'Azul de Prusia' protagonizada por Bernie Gunther

El escritor británico de novela negra Philip Kerr

El escritor británico de novela negra Philip Kerr

Marta Marne

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El azul de Prusia, además de ser un pigmento pictórico, puede ser empleado como revulsivo en caso de intoxicación por cesio y talio. Este es el antídoto que Anne French, antigua amante de Bernie Gunther, necesitará para poder sobrevivir al encargo que le dan a nuestro protagonista. A pesar del odio que aún le profesa a French, él no está dispuesto a ejecutarla, y huye en cuanto encuentra la ocasión. En esa huida recordará un caso investigado en 1939 en Obersalzberg, residencia de retiro de Adolf Hitler, meses antes de la invasión a Polonia. Karl Flex ha sido asesinado una semana antes de la llegada del Führer para celebrar su 50 cumpleaños y es preciso que se encuentre al culpable en menos de siete días para asegurar su seguridad.

Uno de los grandes aciertos de Philip Kerr fue que siempre ideaba historias de denuncia social contemporánea a través de narraciones ambientadas en la primera mitad del siglo XX. La aparición de personajes históricos reales dota a sus textos de fuertes dosis de realidad para que el lector asimile hasta qué punto todo lo que se pone en tela de juicio puede suceder. En 'Azul de Prusia' se denuncian elementos como la expropiación inmobiliaria, los escándalos sexuales, los fraudes financieros o el abuso de metanfetaminas para señalar algo que en ocasiones es necesario que no olvidemos, y es que nadie consigue llegar tan alto como Hitler sin la complicidad y el beneplácito de unos cuantos.

Gunther, un hombre que reniega del régimen pero al que no le queda otro remedio que trabajar a su servicio, narrará en primera persona ambos arcos temporales. A través de ello, podremos apreciar las discrepancias entre su modo de pensar y su manera de actuar. Cómo forma parte de toda esa hipocresía que lleva a todos y cada uno de los adscritos al gobierno a ejecutar sin dudar las órdenes emitidas por los altos cargos, porque saben que salirse del camino supondría su ejecución. Su pequeña parcela de rebeldía la ejerce desde una mordaz ironía que descoloca a sus interlocutores en más de una ocasión. Cada acto, cada lugar, todo se contamina de una solemnidad excesiva, y que alguien pueda no tomarse algo en serio les resulta desconcertante. Una de las mejores entregas de la serie, y la penúltima tras la muerte de Philip Kerr en marzo de este año.