ENTREVISTA
Juan Soto Ivars: "No existen los países independientes"
El periodista y escritor publica su novela 'Crimenes del futuro'
Llegó con muchas ganas de hacerse un lugar en el mundillo literario. Pero eso fue hace ocho años. Hoy él es el primero en admitir que la escritura poco tiene que ver con las prisas. Por el camino Juan Soto Ivars (Águilas, 1985) ha ganado una gran visibilidad como periodista y se ha convertido en una voz odiada y amada en las redes sociales, una selva que ha cartografiado y en la que sabe moverse con machete. Ha publicado ‘Crímenes del futuro’ (Candaya), alegoría política sobre lo que nos deparará el mañana que poco tiene que ver con lo que imaginábamos.
Se confiesa vanidoso. Lo era mucho más antes. Mi segunda novela, ‘Siberia’, que muy pocos leyeron, era sobre un escritor que buscaba la fama y en ese sentido era bastante autobiográfica. Ahora dejo ese sentimiento para el periodismo, con el que he tenido éxito. La literatura me sirve para contar historias que me costaría mucho sacar adelante en un artículo. La vanidad es un problema cuando influye en la escritura, cuando escribes pensando en la reacción de los demás.
Conoce bien las redes pero el futuro que dibuja es asombrosamente parecido al pasado. Es que a mí no me interesa cómo va a ser la tecnología del futuro, sino quién la va a poder usar y quién no.
La mirada es por lo tanto política, de lucha de clases. A mí la crisis me ha hecho de izquierdas. Antes era de derechas. He hecho el camino inverso a lo que, se supone, te ocurre en la madurez. Ahora tengo 33 años y hace 10 estaba convencido de que vivía en una sociedad perfecta, con gente con problemas, sí, pero a la que se le podía ayudar. Pero llegó la crisis y se destapó la estafa. Todas esas reflexiones han cristalizado en la novela.
Una historia en la que vamos para atrás como los cangrejos. Nuestra sensación visceral es que retrocedemos. Lo que no sabemos es cuando nos detendremos si en los años 70, en los 40 o en 1910.
¿Y su previsión es…? Cuando haya una generación que evoque con nostalgia una arcadia que no ha conocido en la que había sanidad pública y jubilaciones. Y si no hacemos nada por evitarlo, el retroceso puede desembocar en violencia. Mi abuela, a quien estoy muy unido, suele decirme aquello de la suerte que tengo de no haber pasado una guerra y yo me pregunto si las próximas generaciones tendrán tanta suerte.
Muchos hoy aseguran que la crisis se ha acabado. Eso evidencia el fracaso de la izquierda, más preocupada por los aspectos simbólicos que por los reales. A mí, por poner un ejemplo, me alucina que un partido que surge de la crisis como Podemos no haya propuesta una nueva forma de lucha sindicalista en España. Estamos muy desprotegidos. La clase obrera ya no existe pero cada vez más hablamos de precariado. El precario no se puede organizar y la izquierda todavía no ha dado respuesta. Yo alucino.
En su novela Euskadi y Catalunya se han independizado de España. Sí, es algo tangencial que ha sucedido, el lector debe imaginarse qué ha pasado porque yo no doy muchos datos. Y lo que ha sucedido es que en esos dos nuevos países los problemas siguen siendo los mismos. Es decir, que no existen los países independientes. Somos solo deuda.
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