91 AÑOS, 90 LIBROS, MÁS DE 11.000 ARTÍCULOS

Homenaje al maestro Espinàs, "ese de gafas"

El autor barcelonés recibe a sus 91 años en el Ateneu Barcelonès un reconocimiento a su incontestable carrera como escritor y articulista

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Anna Abella

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Cuando hace años un periodista le dijo: “Defínase en tres palabras”, Josep Maria Espinàs se quedó “paradísimo”, pero se lo pensó un par de segundos y respondió: “Ese de gafas” (como le llamaban en la mili). “Porque eso sí me define. Yo no me he hecho a mí mismo. Otras cosas me han hecho quien soy. Pero ahora diré otra frase más provocativa: Soy aquel que aún vive. No es una mala definición. Es muy objetiva. Nadie la puede discutir”, bromeaba con su siempre elegante ironía, este “hijo del azar” ante las más de 200 personas que abarrotaban esta tarde del lunes la sala de actos del Ateneu Barcelonès en un homenaje al creador de los ‘Viatges a peu’. A sus 91 años, sigue el maestro Espinàs (Barcelona, 1927) sin pensamientos de jubilarse a pesar de llevar ya en su mochila más de 90 libros, 65 ‘diadas’ de Sant Jordi y más de 11.000 artículos diarios,más de 11.000 artículos  escritos con su siempre fiel Olivetti durante 42  años, primero desde las páginas del ‘Avui’ y desde el 2000 en su ‘Pequeño observatorio’ de EL PERIÓDICO.  

"Debía conformarme con algo tan sencillo como ser yo mismo y sacar de ello algo positivo, la escritura", explica Espinàs

Arropado entre el público por su mujer, Lina Luján, y su editora de siempre, Isabel Martí, de La Campana, y flanqueado sobre el escenario por la ‘consellera’ de Cultura, Laura Borràs, el filólogo Xavier Pla, el filósofo Xavier Antich y el vicepresidente del Ateneu, Joan Maluquer, Espinàs se ha envuelto en la proverbial modestia que le ha hecho rehuir “etiquetas” y ‘capelletes’ del mundo literario. “Contrariamente a muchos escritores, yo no sé quien soy. El mundo está lleno de gente que sabe quién es y eso me maravilla. Yo me he encontrado haciendo cosas, no había previsto hacer cosas. Escribía sin pensar que eso sería la cosa importante que haría. Y cualquier cosa puede ser un tema importante sobre el que escribir”, señalaba, para añadir: “Debía conformarme con algo tan sencillo como ser yo mismo y sacar de ello algo positivo, la escritura”. 

Y de ahí surgieron obras como ‘El meu ofici’, ‘Temps afegit’, ‘Relacions particulars’, 'A ritme del temps' o ‘I la festa segueix’, que suplen con creces que no haya escrito unas memorias o una autobiografía, pues como apuntaba Antich, “ha evitado la pedantería del autor ausente y divino aunque en realidad siempre habla él, pero no por egoísmo o introspección sino por honestidad”. “Vemos un viaje al exterior de sí mismo -añade-. Él es el personaje que hemos conocido a través de sus textos, ese niño que prefería a Verne antes que a Salgari porque no tenía pasta ni sueños de héroe físico sino que le seducían las sorpresas que ocultaba el mundo real”. 

“Me he encontrado siendo, viviendo, y vivir comporta ser. Nunca me he planificado. Nunca he programado nada –recalcaba Espinàs-. Me incliné hacia lo que me apasionaba: la realidad que yo veía, no la que podía inventarme”, justificaba el haber aparcado la novela tras una decena de títulos, como el celebrado y recientemente rescatado ‘Combat de nit’ (1959).

“Estoy al lado de toda la gente que intenta que Catalunya tenga aquello que debe tener, sin estropearlo, construyendo”

Josep Maria Espinàs

— Escritor

Con reconocimientos como el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, la Creu de Sant Jordi o la Medalla d’Or de la Generalitat, Espinàs se manifestó “al lado de toda la gente que intenta que Catalunya tenga aquello que debe tener, sin estropearlo, construyendo”. “Y que vosotros, yo ya no, podáis verlo”, apuntilló. Antes de terminar “siendo muy original”, bromeó, con un “Gracias. Ha estado muy bien”, había dejado más claro aún que su mundo es “simplemente el de un escritor” y que ha tenido la suerte de “tener un oficio” que le ha gustado desde que “a los 14 años escribió su primera novela, “mala, claro”. Un oficio, que Antich se ocupaba de recordar que el propio Espinàs define como “extraño e inclasificable y que no figura en el Inem”, donde le catalogaron de “técnico de segunda clase”. Lo que nadie le quita es que “vivir y escribir” le hayan obligado “a pensar un poco cada día, hasta que pensar se ha convertido en un hábito”.

Un ansia de “vivir y conocer”, señalaba Borràs, que en ‘La vella capitana. Navegant per la vida i la mort’ le instaba a “hacerse amigo de la muerte”. Porque, como advertía la ‘consellera’, y como a diario demuestran sus columnas, “aún no es hora de levar el ancla”. Lo confirmaba Pla: “Es un presentista. Vive el presente con toda la intensidad”.