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Clàudia Cedó exorciza el trauma por la pérdida de un bebé en 'Una gossa en un descampat'

La dramaturga revive sus miedos ante una muerte perinatal en una obra llena de dolor y de luz que Sergi Belbel dirige en la Beckett

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Marta Cervera

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Perder un hijo cuando aún no ha nacido es una durísima experiencia. Lo sabe bien Clàudia Cedó ('Tortugues o la desacceleració de les partícules'), dramaturga que ha convertido aquella pesadilla en ‘Una gossa en un descampat’. Esta apuesta del Grec por la dramaturgia catalana recala en la Beckett del 25 de junio al 29 de julio.

Se trata de un texto valiente, salido de las tripas de esta creadora gerundense que habla con sinceridad y sin caer en el sentimentalismo de la capacidad del ser humano para hallar un sentido a algo que no lo tiene. "La pieza surge de una necesidad de compartir lo ocurrido y de romper un tabú porque de estos temas no se habla", ha afirmado la autora.  "Cuando el septiembre pasado, estando embarazada de cinco meses, me enfrenté a esto pensé: si hubiera visto más sobre este tema en películas o teatro no me hubieran asaltado tantos miedos". Para ella la obra es un homenaje a esa criatura que perdió y también un homenaje a las enfermeras. "A veces ayudan más determinadas palabras que cualquier medicina", confiesa.

Protagonismo compartido

Aunque suele dirigir sus obras, en esta ocasión prefirió no hacerlo. Sergi Belbel es quien se ha encargado de llevar a escena el texto. Y lo ha hecho desdoblando el rol principal de Júlia -alter ego de Cedó- en dos. Por un lado está Júlia y por otro, su consciencia. Están interpretadas por Vicky Luengo y Maria Rodríguez. Las actrices van cambiando de rol. Un día la primera asume el rol de Júlia y la otra es su voz interior y, al día siguiente, al revés. "Ese desdoblamiento me sirve para mostrar de forma más clara la dualidad del texto, que alterna trascendencia y ligereza", ha destacado Belbel, encantado con ambas intérpretes. Luengo y Rodríguez han de tener una compenetración absoluta en escena. El resto de personajes, más de una quincena, son asumidos por Pep Ambròs, Anna Barrachina, Queralt Casasayas y Xavi Ricart.

Todos agradecen la generosidad de Cedó quien, para facilitar su trabajo, invitó a Banyoles a todo el equipo para que conocieran a las personas que han inspirado los personajes. "Nunca había trabajado en una obra de una autora viva ni tampoco había creado un personaje así, apoyándome mutuamente con otra actriz", dice Rodríguez. "En realidad ha sido un proceso enriquecedor porque hemos visto todas las aristas del personaje, pero ha costado trabajar así ya que íbamos comparando nuestras respectivas formas de actuar", añade Luengo.

Canto a la vida

Más allá de la muerte perinatal, la obra se centra en cómo afrontar el dolor, en cómo salir adelante cuando todo se complica. Un tema universal. Para Belbel la obra es "un canto al amor y a la vida". Para el director la protagonista "es una versión femenina de Hamlet, sin la dimensión política de este". Lo dice por los monólogos incrustados en la acción, esos espacios de reflexión de la protagonista que son determinantes a la hora de analizar su situación y de hacerla avanzar.

Tristeza, humor, ternura, desolación y esperanza aparecen en un texto con saltos en el tiempo que se desarrolla en un escenario a cuatro bandas. La escenografía reproduce un descampado, "un espacio simbólico pero a la vez orgánico", señala Belbel, que se va transformando en diferentes espacios realistas donde transcurre la acción.