EL PLAN CULTURAL PARA HOY

El mago Marín combina humor y trucos en el Club Capitol

Su nuevo espectáculo, 'Magia, risas y yo' ofrece hora y media de ilusionismo entre bromas

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Eduardo de Vicente

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El mago más famoso del mundo de las leyendas fue Merlín, el maestro del rey Arturo de Bretaña, fundador del reino utópico de Camelot y poseedor de la mítica espada Excalibur. El mago del que hoy nos ocuparemos no se llama Merlín, pero casi, es Marín, un prestidigitador que combina el ilusionismo con las bromas en su espectáculo Magia, risas y yo que ofrece cada sábado en sesiones de tarde y noche en el Club Capitol. Un buen aperitivo para empezar de buen rollo a celebrar la Revetlla de Sant Joan.

Es una hora y media que pasa volando y en la que repasa algunos de los números más típicos con otros menos conocidos siempre acompañados por canciones muy adecuadas que ilustra con sus coreografías y una broma tras otra. Hay que advertir que el vocabulario que emplea está plagado de palabrotas y expresiones malsonantes, algo que sorprende ya que al fin y al cabo en la platea hay muchos niños. Por ello está recomendado para mayores de 12 años, ya que no hay ninguna otra razón que lo impida. El artista, consciente de que los pequeños también forman parte de su público, comenta irónicamente que “no escucharán nada que no hayan oído en Tele Cinco”. No es que ofenda a nadie, y la mayoría de ellos no entienden esos chistes, pero parece un poco innecesario.

Un clásico del ilusionismo

El show se abre con la canción de El gran showman y el clásico truco del ayudante que es introducido en una caja rectangular y es partido en dos. Es el momento que más impresiona a los pequeños que aún no lo conocían, sobre todo, por el terrorífico aspecto de una sierra mecánica. Un cartel pasado por una imprenta se convierte en su ayudante femenina de carne y hueso y escenifica una película escogida al azar con emoticonos previamente seleccionados por los espectadores.

También tiene una parte en la que nos obliga a participar: un simpático juego con las manos y, sobre todo, la aparición del hipnotrón, un instrumento circular al que debemos mirar con atención. Aquí no hay gag, si seguimos al pie de la letra sus instrucciones descubriremos un efecto sorprendente.

Otra escena que no puede faltar: hacer levitar a una voluntaria sobre una mesa mientras suena el Someone in the crowd de La La Land. Le sigue una escena romántica con un clavo como protagonista; otra con un niño, un vaso de agua y unas monedas y el más ingenioso: una misteriosa caja de cartón en la que flota una chica. El tramo final incluye mentalismo y una divertida coreografía con cursillo de inglés incluido al ritmo del Hot ‘n’ cold de Katy Perry y un epílogo con escapismo a lo Houdini.

Finaliza la función y el protagonista, despedido entre aplausos, espera a su público para que, quien lo desee, pueda fotografiarse con él. Todo un detalle, que es muy habitual en las obras de teatro de compañía para niños aunque como repite constantemente “no es un espectáculo infantil”.   

El mago Marín, natural de Granollers y admirador de Jorge Blass, se dedica a esta profesión desde el año 2008 y ha ganado diversos premios en España, Francia y Portugal pero la mayor popularidad la obtuvo tras vencer en la primera edición del programa de TVE, Pura Magia,gracias a un número en el que emulaba los musicales de Broadway. Todo un personaje.