CRÓNICA DE CONCIERTO
Soberbio Nacho Vegas a caballo de lo íntimo y lo colectivo
El asturiano exhibió convicción en el estreno de 'Violética', álbum con versos llamados a codearse con lo mejor de su cancionero
Algunas cosas no han cambiado. "¡Nacho, que no se oye!", le gritaron el miércoles mientras presentaba una de sus canciones en Razzmatazz. Y efectivamente el Nacho Vegas del 2018 aún habla con el público a media voz, como si pensara en voz alta, o como si creyera que lo que tiene que decir tampoco es tan importante. Es un gesto engañoso, porque si algo hay en la música del Nacho Vegas de hoy es convicción. En lo que canta y en cómo lo canta. En el fondo y en la forma, áspera o tierna según lo pedía el repertorio que hilvanó en un concierto de muchos registros.
"Si es que al nacer y al morir somos todos iguales, ¿para qué dejar vivir a fascistas criminales?", dice la letra de 'El corazón helado', que abrió el estreno en Barcelona del doble álbum 'Violética'. "Ay, ay, ay", respondían dolidas las voces asturianas del Coro Antifascista Al Altu La Lleva. Declaración de intenciones: para empezar, lo colectivo y lo político. Y a continuación 'La plaza de la soledad', un rescate del Nacho Vegas de hace años, el que exploraba hasta el fondo lo íntimo y los demonios personales.
Es cierto que clásicos como 'La gran broma final', 'Que te vaya bien, Miss Carrusel' o 'El hombre que casi conoció a Michi Panero', apoteósico bis final, provocaron en el público catarsis que las nuevas canciones aún no consiguen despertar. Pero teniendo en cuenta que 'Violética' se publicó hace apenas una semana, hay que marcar en rojo algunos versos sueltos del nuevo disco que produjeron en la sala el calambrazo de las cosas llamadas a perdurar, como la pregunta final de 'Ideología' -"¿quién es el ideólogo de la marca Dios?"-, o el estribillo de la estremecedora 'Crímenes cantados', basada en casos reales de migrantes muertos en CIE. "Son agujeros negros del Estado español que tienen que cerrarse de una puta vez", dijo con rabia. Y esta vez sí se le entendió, como cuando dedicó 'Cómo hacer crac' a Valtònyc, Pablo Hásel y La Insurgencia, y pidió "libertad para los presos políticos".
Y así, emparejando el nosotros y el yo, lo nuevo y lo antiguo, el músico asturiano consiguió armonizar sus voces en un recital soberbio que a muchos se les hizo corto. Al final le reclamaban bises con un cántico que hace años habría sido inimaginable en un concierto de Nacho Vegas. "Sí se puede, sí se puede".
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