La obra esencial de Antonio Machado, Golpe a golpe, verso a verso

Antonio Machado.

Antonio Machado. / periodico

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La obra esencial de Antonio Machado, uno de los grandes poetas de las letras hispanas, brilla como nunca en la espléndida edición que ha publicado la Biblioteca Castro con motivo de su vigésimo-quinto aniversario.

Única en su género, la biblioteca de la Fundación José Antonio Castro, que tiene como director académico a Darío Villanueva, director de la Real Academia Española, ya ha publicado más de 250 libros durante un cuarto de siglo, todos ellos dedicados a los autores clásicos españoles.

En su catálogo encontramos desde Samaniego a la Mística de Santa Teresa y San Juan; glorias de la Edad Media como Berceo, Santillana o Alfonso X); clásicos del siglo de Oro de la talla de Cervantes, Lope o Calderón, y la obra ya eterna del siglo XX en las plumas de Pío Baroja, Unamuno, Pérez Galdós, Rosalía de Castro, Álvaro Cunqueiro, Valle-Inclán...

"Antonio Machado, Obra esencial".

Se trata de un volumen, muy cuidado, más de 900 páginas, a cargo de Pedro Cerezo Galán, filósofo, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y, sobre todo, gran machadiano.

El profesor Cerezo hace una detallada introducción de la poesía y la prosa de don Antonio, el poeta cuya infancia "son recuerdos de un patio de Sevilla" (nació el 26 de julio de 1875) y cuya muerte en el exilio, allá en Colliure (sur de Francia), el 22 de febrero de 1939, marcó el triste, doloroso final de la guerra incivil española.

"Dentro de la lírica española del XX, la obra de Machado -escribe Cerezo Galán- resulta esencial por la gravedad y autenticidad de su voz, por su capacidad para transparentar la verdad del alma".

El editor ofrece, en lógica sucesión, las "Soledades"; sigue con "Campos de Castilla", "El Cuaderno de Los Complementarios", las Canciones y el gran "Juan de Mairena" para acabar con "La Poesía de la Guerra".

Aunque andaluz, los expertos coinciden en que ningún otro poeta captó, comprendió y retrató, golpe a golpe y verso a verso, el alma de la tierra castellana. Ahí están poemarios del río Duero, "La tierra de Alvargonzález" o los "Proverbios y Cantares".

Marcado a fuego por la Institución Libre de Enseñanza, devoto hasta la muerte de don Miguel de Unamuno, Machado es un librepensador, es un socialista, es un creyente.

El poeta hace de su vida una evocación lírica en Soria, en sus apuntes de Baeza -ya herido en el alma por la muerte de su joven esposa Leonor, a los 18 años-; en su vuelta a la castellana Segovia; en sus apócrifos universales: ese filósofo socrático Abel Martín y aquel profesor que traspasa el subjetivismo, Juan de Mairena, quien dice a sus alumnos: "Yo os aconsejo una posición escéptica frente al escepticismo".

Más allá de sus poemas más populares, más recitados, más cantados, en la "Obra esencial de Antonio Machado" encontramos estos versos:

"Al borde del sendero un día nos sentamos Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita son las desesperantes posturas que tomamos para aguardar... Mas Ella no faltará a la cita".

Soledades. Conciencia de la muerte

"En el corazón tenía la espina de una pasión;

logré arrancármela un día;

ya no siento el corazón".

Poemas del Alma

"Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera"

De "A un olmo seco", con su joven esposa Leonor en la memoria

Y a Guiomar, su amor más soñado que vivido:

"Guiomar, Guiomar,

mírame en ti castigado;

reo de haberte creado,

ya no te puedo olvidar".

"La Poesía de la Guerra" tiene su evocación más desgarradora en su homenaje a García Lorca: "Muerto cayó Federico/sangre en la frente y plomo en las entrañas... Que fue en Granada el crimen, sabed... en su Granada".