TECNOLOGÍA Y ARTE
Piñas, basura e inteligencia artificial como instrumentos musicales
En el Sónar+D se exploran nuevas formas de creación artística
Josep M. Berengueras
Periodista
Josep M. Berengueras
Imaginémonos una orquesta en la que en vez de trompetas, oboes y timbales encontramos piñas, basura e inteligencia artificial. El futuro del arte y de la creatividad se define estos días en el Sónar+D, la cita paralela al festival musical que agrupa a creadores, ‘start-ups’, pensadores, expertos y ‘makers’ dispuestos a comerse el mundo. Y mientras en los talleres se enseña a crear nanosatélites y en la sala de conferencias se habla de alienígenas, en la zona central de exposición se descubren nuevas formas de crear música y arte.
Un casco de realidad virtual. Unas cuantas latas, una rueda de bicicleta, cuerdas, un viejo disco duro... y un ‘software’. “Se puede crear música de muchas formas. Nosotros proponemos cómo el reciclaje puede ayudar a hacerlo, pero mezclándolo con algo tan novedoso como la realidad virtual”, explican desde Curiosibot, un proyecto ubicado en Valencia que une tecnología, música y arte. La creación que muestran en el Sónar+D es ‘Playing with trash’ (‘Tocando con basura’), una obra interactiva que invita al usuario a ponerse el casco y moverse por un escenario virtual para acabar interactuando con instrumentos reales creados con elementos reciclados. “Lo virtual y lo real se unen”, añaden desde la firma.
Algo diferente es la propuesta de la berlinesa Playtronica, que concibe la música como una especie de juego. “Unimos arte, entretenimiento y educación a través de una plataforma de código abierto que anima a crear, a expresarse y a experimentar”, destaca el fundador de la iniciativa, Sasha Pas. Entre sus propuestas están una noria y un tocadiscos que reproducen sonidos/música dependiendo de los colores que leen los sensores (hay decenas de post-its que se pueden intercambiar para experimentar). Llama más la atención, sin embargo, dos experiencias que funcionan gracias a la conductividad: una placa con chips que reproduce música solo si dos personas la sujetan con una mano y, al mismo tiempo, se tocan con la otra. Más llamativo incluso son tres piñas de América que, también gracias a la conductividad, permiten tocar sencillas melodías al ser tocadas con las manos.
La manera de crear música de Google Magenta es algo diferente. Se trata de un proyecto de Google Brain que busca dar respuesta a la pregunta de si se puede usar el aprendizaje automático para crear arte. Algoritmos y, sobre todo, redes neuronales profundas (sistemas que analizan grandes cantidades de datos para aprender comportamientos específicos) ayudan a lograr su cometido. El año pasado era teoría, pero este ya es práctica: en el Sónar+D están los primeros instrumentos que usan esa tecnología: con uno de ellos se logran crear sonidos híbridos de instrumentos comunes, resultado una experiencia sonora si más no diferente.
“En realidad no se trata de si suena bien o mal. Se trata de tener experiencias nuevas que despierten los sentidos”, explican en el estand de Google Magenta. Y ello puede lograrse con piñas, basura o los más complicados algoritmos.
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