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Gaudí, 71,5 horas dibujando Montserrat

El monasterio muestra por primera vez los planos que el genial arquitecto dibujó del cenobio cuando era solo un estudiante

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Natàlia Farré

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Setenta y una y media. Estas son las horas que un joven Antoni Gaudí invirtió en el Monestir de Montserrat. No es que el devoto arquitecto se dedicará a rezar, la oración llegó con los años, sino a dibujar. A dibujar los planos de la basílica: ábsides, presbiterio, camarín de la Virgen y cimborrio. Son obra suya porque él puso la mano y el lápiz, pero no la firma. La autoría se le supone al arquitecto Francesc de Paula Villar Lozano, quien recibió el encargo de reconstrucción de la basílica de parte del abad Miquel Muntades. Corría el año 1876, y Gaudí era el joven becario de cuarto de carrera que ayudaba al maestro. ¿Hay algo de Gaudí en esos planos? “Conocer con precisión qué es idea de Gaudí o qué era puramente encargo es imposible de saber”, apunta Josep Galobart, responsable del archivo e impulsor de la exposición con los cuatro planos originales que se conservan y ahora se despliegan en la sala Puig i Cadafalch. 

Dibujo de Gaudí de la sección transversal del presbiterio y cimborio de la basílica de Montserrat.  

Lo que sí parece más claro, o así se deduce de las notas que Gaudí escribió en su dietario y que recoge el ‘Manuscrit de Reus’, es que maestro y ayudante no acabaron muy amigos: “A Villar debósele hacer un discurso para llenar el vacío que sale de sus palabras, esto le hace poco comunicativo conmigo”. Lo anotó el 30 de diciembre de 1876 y a juicio de Galobart “insinúa que la relación entre ambos era fría, de un cierto enfrentamiento”. No debió mejorar mucho en 1883, cuando Villar Lozano abandonó el proyecto de la Sagrada Família, un templo neogótico del que solo se llegó a construir parte de la cripta, por desavenencias con los promotores y la construcción acabó en manos de Gaudí y este acabó poniendo en marcha su obra magna.

Originales perdidos

Que los planos los había dibujado el genio modernista era algo conocido, lo que nunca se había visto eran los originales. Estaban perdidos. Aparecieron en el 2004. Casualmente. Estaban escondidos detrás de unos legajos de tema económico. Su estado era precario, mucho. Así que ahora se han restaurado y se muestran temporalmente. “Son demasiado frágiles para estar mucho tiempo en exposición”, sostiene Galobart. Lo dibujado es lo construido pero solo en parte. Se levantó la estructura de los ábsides y del camarín, pero no la ornamentación interior. Muntades murió y le sucedió Josep Deàs que continuó con las obras pero puso el freno. El cimborrio se descartó y la decoración se simplificó. Los dibujos presentaban una ornamentación para el camarín de la Virgen muy suntuosa y sobrecargada, con un programa iconográfico con relieves y esculturas. Y el nuevo abad se opuso a pagar los 10.000 duros que valía. Hubo cambio de arquitecto, el escogido fue Villar Carmona (hijo del anterior), y la decoración aligerada. En 1887, se colocó la Virgen en el camarín, “ya era un espacio para poder venerarla dignamente”, explica Galobart. Y en 1896, concluyeron las obras cuando Joan Llimona firmó las pinturas de la cúpula. 

Fue una de las muchas reconstrucciones que ha vivido Montserrat y quizá la más importante. Se realizó después de que los soldados franceses quemaran dos veces el cenobio (1811 y 1812) y lo dejaran en estado ruinoso. Aunque entre las desamortizaciones del trienio liberal y la de Mendizábal, y demás problemas políticos y económicos del país, no pudo empezarse hasta el 18 de abril de 1876 con la puesta de la primera piedra por parte del obispo Joaquim Lluch.