EL PLAN CULTURAL PARA HOY

'2001: una odisea del espacio': un clásico eternamente joven

La obra de Stanley Kubrick vuelve a los cines para celebrar sus 50 años

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Eduardo de Vicente

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Existe una serie de películas que funcionan (casi) siempre en las reposiciones cinematográficas. Se trata de aquellos filmes que, para decirlo en bruto, "no se entienden", subvierten las normas narrativas y no tienen una sola lectura. Los espectadores piensan, a veces, que la vieron estando cansados o se despistaron y no acabaron de comprenderla, lo que provoca que la revisen una y otra vez para descubrir que, en el fondo, eran ellos quienes debían interpretarla. Y en eso están. En este grupo podríamos incluir Pink Floyd: The Wall, la filmografía de David Lynch casi al completo y la más mítica de todas: 2001: una odisea del espacio. Estos días, aprovechando que cumple 50 años, se repone en los cines con todos los honores.

Es uno de esos títulos de visión obligada en la pantalla grande, cuanto más mejor, la belleza de las imágenes hipnóticas creadas por Stanley Kubrick se disfruta mucho más desde que se inicia la acción (tras el famoso prólogo con los monos) mientras la nave danza en el espacio al ritmo del Danubio azul hasta el lisérgico y psicodélico desenlace.

La gran pregunta: ¿qué significa el monolito?  ¿es una máquina extraterrestre? ¿simboliza a Dios? ¿el origen de la vida? El propio cineasta se resistía a dar una explicación, como mucho remitía a la novela original de Arthur C. Clarke, y afirmaba jocosamente que “si alguien comprende la película la primera vez que la vea, habremos fracasado en nuestro propósito”. Incluso si el crítico o el filósofo más prestigioso pretenden descifrar sus claves, esa no tiene por qué ser la versión más cierta; muchas veces ni siquiera el propio director sabe lo que quiere expresar y solo quiere sugerir para que el público la interprete. Por eso, la mejor actitud es la de dejarse llevar en este sugestivo viaje espacial y dejar el debate para más adelante. Eso sí, echo a faltar que alguno de los cines que la programa incluya, tras la proyección un cinefórum que sería de lo más interesante.

La discusión también puede versar sobre otro tema más divertido. Recordemos el nombre del ordenador, auténtico protagonista del filme. Se llamaba HAL. Cambiemos estas tres letras por las siguientes en el abecedario. El resultado es IBM!! ¿Es una coincidencia o fue intencionado?

Tuvo varias nominaciones al Oscar pero solo se llevó el de efectos especiales y es que, para la época, era visualmente revolucionaria, y marcó un antes y un después de la ciencia-ficción. Un género habitualmente menospreciado descubrió que casi podría convertirse en un tratado filosófico. Sin 2001 no hubiera existido La guerra de las galaxias ni el cine fantástico contemporáneo sería lo mismo y vista ahora resulta tan moderna como el primer día. Un clásico eternamente joven.