CRÍTICA DE CINE

'Basada en hechos reales': la quimérica inquilina

Es un Polanski menor, lo que no quiere decir que sea un autor en horas bajas. Menor en Polanski equivale a mayor en otros cineastas que gozan de mejor consideración que él

Quim Casas

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Delphine de Vigan, la autora de la novela en la que se basa el último filme de Roman Polanski, ha relatado en varios libros sus propias experiencias y las de su familia. La protagonista de Basada en hechos reales también se llama Delphine y todo parece indicar que estamos ante otro texto de tintes autobiográficos, en este caso centrado en la relación entre una novelista de éxito, pero ahora en crisis de ideas, y una mujer más joven que se cuela literalmente en su vida, se convierte en su inquilina y la desquicia paso a paso.

Explicada así, la historia la podría haber concebido perfectamente el propio Polanski, al menos el autor de El cuchillo en el agua, Repulsión, Cul-de-sac, La semilla del diabloEl quimérico inquilino, La muerte y la doncella, Lunas de hiel o La Venus de las pieles, su anterior largometraje. Similares puntos de partida, pocos personajes, decorados inalterables, psicologías quebradas, una situación claustrofóbica de huis clos, tensión sexual, vampirización moral y un clima de pesadilla.

Polanski se siente cómodo con este material. Lo interpretan su actriz y compañera sentimental, Emmanuelle Seigner, y una Eva Green que funciona mejor cuando aún es un personaje ambiguo que cuando es una figura dramáticamente desatada. Sorprende, en todo caso, la participación como guionista de Olivier Assayas, cuya obra como director (Finales de agosto, principios de septiembre, Demonlover, Carlos, Viaje a Sils Maria) pocos puntos en común guarda con la del autor de Chinatown.

Un Polanski algo domesticado

En todo caso, es un Polanski algo domesticado, o un poco previsible. El juego de seducción y posesión entre las dos mujeres lo hemos visto mejor trabajado en anteriores películas suyas, y por momentos se cuela en la historia una influencia más directa de Mujer blanca soltera busca..., de Barbet Schroeder, que del imaginario siempre perturbador del realizador polaco.

Hay momentos donde la tensión se describe de manera sutil frente a otros en que resulta efectista. Hay algún requiebro de guión insatisfactorio y algún giro que si provoca sorpresa o inquietud. Pero es un Polanski menor, lo que no quiere decir que sea un autor en horas bajas. Menor en Polanski equivale a mayor en otros cineastas que gozan de mejor consideración que él.