INÉDITOS

El tesoro maldito de los Panero

Sale a la luz una colección de textos juveniles de Leopoldo María, el más brillante y desquiciado de los hermanos

Leopoldo María Panero en la Paloma en el 2005.

Leopoldo María Panero en la Paloma en el 2005. / periodico

Elena Hevia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Fue el poeta maldito y transgresor, el Antonin Artaud a la española, el loco de psiquiátrico, el paciente de los electroshocks, el hombre consciente de vivir en un infierno, el mito radical, el escritor brillante y respetado y a la vez el tipo risible de quien se esperaba que, en cualquier momento, montara un espectáculo vergonzoso. Leopoldo María Panero era el segundo los tres  hermanos marcados por un país invivible y un todopoderoso padre poeta que ellos en ‘El desencanto’, aquel documental demoledor de Jaime Chávarri, identificaron con Franco, el dictador. En plena transición muchos españoles, se identificaron con el perjudicado trío, porque aquel padre, de la misma manera que el caudillo, había muerto sin que nadie cuestionara su poder.

Hoy un inédito de Leopoldo María Panero, escritor compulsivo y grafómano, no sería noticia si este no perteneciera a una etapa clave en su formación. Es el caso de ‘Los papeles de Ibiza 35’ (Bartleby), una serie de poemas, cuentos y ensayos que proceden de unas carpetas que el menor de los hermanos, Michi, el bohemio de la noche madrileña, le regaló –“haz con esto lo quieras”- al hijo de su esposa, Javier Mendoza, cuando este tenía apenas 18 años. Lo que Mendoza, responsable de su publicación, llama el "tesoro maldito" de los Panero ya dio origen el pasado año a un libro de relatos, ‘Funerales vikingos’, que desmentía la fama de ágrafo de Michi y lo reivindicaba con un texto del propio hijastro.  

Su vida en Barcelona

Más entidad tiene este otro libro (el titulo de 'Los papeles de Ibiza 35' alude a la dirección del piso de los Panero en Madrid) nacido de aquellas carpetas, que ha editado y prologado el crítico y profesor universitario Túa Blesa. En resumen se trata de ‘No, no somos ni Romeo ni Julieta, ni estamos en la Italia medieval’ (sí, igual que la canción de Karina), un libro de prosa poética fuertemente narrativo que se encontró preparado para la edición, al que hay que añadir dos traducciones de relatos terroríficos de Arthur Machen, más una serie de ensayos muy interesantes donde deja claros sus filias y sus fobias. Para Mendoza, el libro funciona como la cara B del fundamental poemario de Panero ‘Así se fundó Carnaby Street’. “Coincide con los primeros años 70, cuando vivió en Barcelona, allí se relacionaba con Pere Gimferrer y Vicente Molina Foix, y pasó a integrar la lista de los Nueve novísimos”, sitúa Mendoza. El poeta loco solía pasear su brillantez por Bocaccio, la Bodega Bohemia o el bar River Plater donde muy probablemente se proveía de LSD. Fue también aquí en Barcelona donde Leopoldo se enamoró locamente de Ana María Moix e intentó suicidarse teatralmente cuando ella, lesbiana sin fisuras, lo rechazó amablemente.

Aquí en Barcelona Leopoldo María Panero se enamoró de Ana María Moix y elrechazo de esta provocó un intento de suicidio 

Blesa destaca el libro en su faceta de posible diario, siendo esta faceta, la autobiográfica, muy rara en la obra posterior del poeta: “Ahí están sus fiestas desenfrenadas, el alcohol y las drogas. Esos aspectos autobiográficos no volverán a aparecer hasta mucho más tarde y solo puntualmente”. Y aunque ya los ingresos y las salidas de los distintos centros de salud mental fueran su pan de cada día –Michi solía decir: “Mi hermano podría escribir la guía Campsa de los psiquiátricos de España” –, fue esta etapa barcelonesa la que Leopoldo definió como “Los más felices de mi vida”, algo que resulta sobrecogedor en una existencia tan torturada como la suya en la mayoritariamente sus interlocutores fueron los médicos y los internos. A finales de los 80 y cuando ya la consideración del poeta era enorme, él decidió recluirse voluntariamente en el psiquiátrico de Mondragón y más tarde en el de Las Palmas, donde fallecería en el 2014.

Locura ¿a favor o en contra?

¿Qué hubiera podido escribir Panero sin una mente trastornada? ¿Su enfermedad le impulsa a la creación o la frenaba? Blesa considera que había en él una pulsión patológica por la escritura y él la vivía como una contradicción.  “En determinados momento se ufanaba de su locura de una manera divertida, pero también tiene una especie de aureola doliente que le gustaba alimentar. En sus textos, marcados por Freud, Lacan y Wilhem Reich, se puede encontrar de todo. En un momento puede escribir 'soy un loco' y al siguiente, 'no lo soy".