ENTREVISTA

Calixto Bieito: "Solo nos puede salvar un nuevo humanismo"

El director catalán, residente actualmente en Basilea, regresa a Madrid para representar 'Die Soldaten'

Calixto Bieito, en el Teatro Real de Madrid, donde ha estrenado 'Die soldaten'.

Calixto Bieito, en el Teatro Real de Madrid, donde ha estrenado 'Die soldaten'. / periodico

César López Rosell

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El vértigo de su vida no le ha hecho perder el norte. Calixto Bieito (Miranda de Ebro, 1963) sacude estos días el Teatro Real con la radical ópera ‘Die soldaten’ pero, con una agenda repleta de compromisos hasta el 2024, está ya metido en la puesta en escena de ‘L’incoronazione di Poppea’ de Monteverdi en Zurich y acaba de estrenar en Birmingham un montaje teatral de ‘Anatomía de la melancolía’ de Robert Burton. El actual director residente del Teatro de Basilea y artístico del Arriaga de Bilbao, que saltó del Teatre Romea a Europa, no parece sentirse afectado por esta constante agitación. Ha tardado 10 años en regresar a Madrid, para representar esta misma temporada su incombustible ‘Carmen’ y la monumental obra de Bernd Alois Zimmermann.

¿Cómo ha vivido el proceso de creación de esta compleja producción? Intentando no dejarme arrastrar por el pesimismo extremo de una obra que expresa la brutalidad del siglo XX y que es, además, un grito contra la violación, un hecho que simboliza la aniquilación de la humanidad. Es tal la angustia que transmite el relato que tuve que limitar a tres horas los ensayos para no caer en un abismo psicológico.

Esta ópera no deja ningún resquicio para la esperanza en un siglo XXI tan convulso como el anterior. ¿Qué nos puede salvar? La aparición de un nuevo humanismo. El hombre tiene una gran capacidad para la maldad pero también para lo bueno y ahí está, para demostrarlo, el pensamiento de los filósofos, escritores, artistas y de esos héroes anónimos que practican la solidaridad. Hay que apostar por la bondad, la piedad, alejarse de populismos y volver a raíces que se basen en la armonía del Renacimiento.

"Un teatro público está obligado a ofrecer obras como 'Die soldaten', que sacuden intelectual y emocionalmente al espectador"

¿Es esta su religión? Sí. Vivo en Basilea, una ciudad a la que estoy muy arraigado por su gran tradición cultural y humanística. Cuando abro las ventanas de casa veo al Rin y la catedral donde está enterrado Erasmo de Róterdam y me siento influido por su espíritu. Allí puedo ir en bicicleta o tranvía y en pocos minutos atravesar las fronteras con Francia y Alemania, y eso de poder estar en el centro de Europa y de mundos culturalmente complementarios y multilingües enriquece mucho.

Cuando gestionaba el Romea era ya un director sin fronteras culturales… Con el tiempo me he dado cuenta de que empecé a romper moldes en ese teatro y desde allí empecé a fraguar mi carrera actual. Antes del 2000 ya me ofrecieron trabajar en Basilea y en Berlín. La realidad es que me siento un director europeo, sobre todo cuando voy a EEUU. Me gusta expresar allí el ideal romántico centroeuropeo, el poso de la cultura renacentista y hasta de ese barroco español del que me siento deudor.

En Bilbao han puesto a sus pies el Teatro Arriaga, pero parece que últimamente Barcelona le ha dado la espalda. No creo que eso sea así. Son etapas diferentes.  Bilbao tiene un pensamiento cultural muy avanzado y que se expresa a través de instituciones como el Guggenheim, el Museo de Bellas Artes o el Arriaga. Allí hemos hecho cosas interesantes como  ‘La Pasión según san Juan’, que programamos hace un mes y  fue como un bálsamo.

¿Cree que el Teatro Real ha tomado la delantera con respecto al Liceu? No me gustan las comparaciones, pero es impresionante lo que están haciendo Joan Matabosch y Gregorio Marañón con unas innovadoras programaciones  punteras en Europa. Veo, sin embargo, con esperanza el cambio de rumbo emprendido por el Liceu, un teatro al que quiero, en el que he crecido operísticamente y con el que estamos en contacto para una coproducción.

"Lo que está haciendo Joan Matabosch en el Teatro Real es impresionante y veo con esperanza el cambio de rumbo en el Liceu" 

El estreno en inglés en 1999 de su versión de ‘La vida es sueño’ de Calderón en Nueva York fue un bombazo. ¿Cómo lo recuerda? La acogida de la crítica fue tan extraordinaria que decidí abandonar la ciudad un día antes de lo previsto, agobiado por las llamadas de representantes, entre ellos el de Woody Allen. ¡Era muy joven! En Stuttgart recuperarán el año que viene mi montaje de ‘La casa de Bernarda Alba’, que ha cumplido 25 años. Sigo haciendo mucho teatro y he estrenado Strindberg o Ibsen en los países escandinavos y otras obras en el Reino Unido,  Alemania, Austria o Rusia. Por cierto, los actores nórdicos son excepcionales, con una mezcla del carácter de los británicos y de la fuerza de los alemanes.   

¿Hasta qué punto le marcó conocer a Bergman? Cuando entré en contacto con él en un curso de invierno en Estocolmo tenía 27 años y lucía cabellera (risas). Pasé mucho frío pero fue apasionante conectar con su profunda visión del teatro y con la ilusión por el oficio que nos inculcó. También he estado cerca de Giorgio Strehler, Andrzej Wajda o Peter Brook, aunque uno de los personajes que más me han marcado es el gran traductor húngaro Adan Kovacsics, al que conocí a los 17 años en Vilanova i la Geltrú. El me hizo sentir la pasión por la cultura europea.

Sus montajes son percibidos como un puñetazo en el estómago por muchos espectadores… Es obligación de un teatro público programar obras como ‘Die soldaten’ o el ‘Wozzeck’ de Alban Berg que ofrecí en el Real y el Liceu. Está bien ir a ver algo que ya conoces y disfrutar con ello, pero es muy importante sacudir intelectual y emocionalmente al público llevándolo a unos límites a los que creía que no podría llegar y conseguir, además, que le guste ese descubrimiento.

Para lograrlo no escatima escenas de sexo y violencia, cuando así lo requieren las obras, aunque ahora se le vea más contenido y simbolista. Es posible que por evolución sea así, pero  nunca utilizo acciones que no tengan que ver con el pensamiento de los autores.

¿Sueña con las pesadillas de algunos de sus montajes? Sólo duermo cinco o seis horas, pero es cierto que sueño mucho, y allí reaparecen también situaciones como las vividas en el escenario.

¿Cómo puede aguantar un ritmo de vida tan intenso? Con períodos de descanso que me ayudan a recuperar el sosiego y a alejarme de la angustia. Hago ejercicio y me cuido manteniendo mis horarios bajo control. Ahora mismo estoy esperando que llegue la temporada de baños en el Rin, algo que me relaja mucho.

Dos nuevas óperas en Madrid 

Entre los proyectos próximos de Calixto Bieito en España figura el estreno de dos nuevas óperas en el Teatro Real de Madrid: ‘Lear’ de Reimann en la temporada 2019-2020 y  ‘El ángel de fuego’ de Prokofiev, en el curso 2021-2022, además de estar negociando para más adelante ‘Le grand macabre’ de Ligeti.