cita con la arquitectura

España lanza el discurso más radical de la Bienal de Venecia

La exposición habla del futuro del sector que pasa por una arquitectura crítica, social, feminista y posproducida

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Natàlia Farré

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Si la propuesta del pabellón de Catalunya recoge a los arquitectos más reconocidos del momento (los ‘pritzker’ RCR), el de España apuesta por todo lo contrario: por el entorno del aprendizaje. Él único nombre con currículo es el de su comisaria, Atxu Amann, pero que nadie se equivoque, la exposición merece un aplauso por el discurso radical y rompedor. La crisis ha cambiado todo el sector (solo el 20% de los licenciados pueden construir), así que Amann pensó que lo mejor era “hablar del futuro o por lo menos de presente alternativo” a partir de contenidos generados por estudiantes. Y todo ello a partir de la elección de 50 adjetivos que se supone califican el momento.

La sorpresa llegó con el adjetivo ‘crítica’, escogido por el 65% de los proyectos. “Hasta ahora los arquitectos no habíamos sido críticos ni mucho menos autocríticos”, puntualiza la comisaria, palabra que aparece continuamente unida a otras dos: ‘político' y 'social’. Pero ello no implica una negatividad sino un hartazgo del “pesimismo intelectual que parece decir que todo está hecho y acabado”. El mensaje que lanzan los jóvenes es opuesto: “Otro mundo es posible”, otro mundo ligado al componente social y de género. “La verdadera revolución en arquitectura llegará de la mano de las mujeres porque ellas son las que van a introducir los cuidados, los afectos y todas estas nuevas variables, pero desde unas capacidades tecnológicas increíbles”, sostiene Amann.

"La verdadera revolución del sector llegará de la mano de las mujeres porque ellas son las que van a introducir los cuidados, los afectos y todas estas nuevas variables"

Atxu Amann

— Comisaria del pabellón español

La estrategia de control del poder

La arquitectura feminista va ligada a la arquitectura humana, cotidiana y cuidadora. Es entonces cuando aparecen proyectos como ‘La casa de los deseos’, edificios para personas mayores de 70 años. “¿Desde cuándo se ha preocupado la arquitectura de los ancianos?”, se pregunta la comisaria. Pero el futuro también pasa por el trabajo en red y colectivo, por la introducción del concepto tiempo: las construcciones, incluso las viviendas, no tienen porque perdurar. Ahora el nomadismo es un modo de vida normal. Y por la posproducción: “Los arquitectos no tenemos obligación ninguna de seguir generando objetos. La posproducción significa trabajar con lo que ya existe simplemente dándole otro significado y otra posibilidad de vida”.

Algo que ha hecho el proyecto recuperando el pabellón original de 1951 tal como fue creado y tuneándolo con imágenes de todos los proyectos presentes en la muestra con un textil pintado. “Le hemos añadido una nueva capa de información”, que desaparecerá cuando se acabe la Bienal, aunque ha habido propuestas para mantenerlo. “Nuestra intención era reivindicar la temporalidad. Seis meses es más que suficiente para provocar la reflexión”. ¿La conclusión? “Lo que muestran los proyectos de los estudiantes es que la dualidad que ha reinado en todos los campos ha sido una estrategia del poder para controlarnos, y en arquitectura esto ha sido especialmente salvaje al diferenciar el espacio exterior del interior, lo público de lo privado, el día de la noche, la mujer dentro y el hombre fuera… En el momento que coges la dualidad y la destruyes por una realidad diagramática, mutante y cambiante todo es mucho más fácil”. Contundente, radical y fresco.