CRÓNICA

Ian Anderson, casi como Jethro Tull

Ian Anderson recorrió en el Palau los clásicos de la banda en el 50º aniversario de su fundación

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Jordi Bianciotto

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Aunque hace cuatro años Ian Anderson confirmaba en este diario su intención de actuar en adelante bajo su nombre, y no el de Jethro Tull, el 50º aniversario de la fundación del grupo ha alterado sus planes, y ahí le tuvimos, este martes, mirando hacia atrás en el Palau (Festival del Mil·lenni). Bien, no era Jethro Tull, pero casi: bajo el nombre de ‘Jethro Tull by Ian Anderson’, el cantante y flautista recorrió los clásicos de la banda, centrados en el período 1968-78, siguiendo un orden más o menos cronológico.

Viaje hasta el principio de todo: ese ‘My Sunday feelings’, del primer álbum, con que el concierto comenzó a caminar con zancadas de blues-rock, seguido de la rareza ‘Love story’ y una ‘A song for Jeffrey’ en la que Anderson nos dispensó su mítica imagen soplando la flauta travesera con la rodilla izquierda en lo alto. Contó con la misma banda con la que lleva unos años operando en solitario, fiel a las esencias aunque con una guitarra, la del alemán Florian Opahle, un poco más estridente y hard rock que la clásica de Martin Barre.

Amplitud de registros

Precisamente Barre, brazo derecho de Ian Anderson durante 43 años (1968-2011), fue el gran ausente en las dedicatorias y agradecimientos dispensados por el líder y por los invitados que fueron asomando en la pantalla, entre ellos músicos de estancia efímera en la banda como Mick Abrahams Tony Iommi. Heridas que siguen abiertas. Pero, para Anderson, Jethro Tull son sus canciones y su misma voz solista, un poco maltrecha, por cierto. Material que ilustró la amplitud de registros del grupodel prog-rock de ‘Living in the past’ a la suavidad de ‘With you there to help me’ y de ahí al gótico tortuoso de ‘My God’.

En la segunda parte, después de una pausa en la que Anderson nos sugirió que fuéramos a visitar el puesto de ‘merchandising’, cayeron hitos más manejables, como ‘Too old to rock’n’roll: too young to die’, ‘Heavy horses’ y ‘Aqualung’. Y cerrando la sesión en su punto de mayor ebullición rockera, un ‘Locomotive breath’ que hizo suspirar a sus fogosos fans por los tiempos pasados.