'Disobedience': dos mujeres fantásticas

Sebastián Lelio se ha convertido en uno de los autores más personales del cine chileno de los cinco últimos años gracias a las premiadas Gloria y Una mujer fantástica, aunque antes ya tenía títulos interesantes como La sagrada familia. Casi al mismo tiempo que relataba en Una mujer fantástica (Oscar al mejor filme de habla no inglesa) el dramático periplo de una mujer transexual que pierde cualquier derecho sobre la memoria de su pareja, Lelio probaba la aventura internacional dirigiendo en Londres un drama que no gira tanto en torno al lesbianismo como a la búsqueda de la identidad en una sociedad constreñida y cerrada.

Es una comunidad hebrea regida por un rabino definido en todo momento como un gigante del estudio de la torá. Pero, ¿qué hay de las personas, de los afectos, de los lazos familiares, de los que no piensan del mismo modo?. La muerte inesperada del rabino en la sinagoga provoca el regreso de la hija nada prodiga y el reencuentro de esta con la mujer que siempre ha amado, casada ahora, infelizmente, aunque no lo aparente, con un amigo de infancia de las dos.

Es una historia delicada que en ningún momento escapa al control del realizador. Muy bien interpretada por Rachel Weisz y Rachel McAdams, versa, sin ningún tipo de florituras ni concesiones a la galería (lo que quizá la haga distante para algunos espectadores) sobre el deseo y la necesidad de la desobediencia.

En un momento, las dos protagonistas escuchan en un viejo transistor Lovesong de The Cure. La melodía y la voz de Robert Smith las hace volver al pasado que quieren que sea su presente, aunque ambas lo viven de modo distinto. En el fondo este filme sobre la desobediencia de las normas, la lucha contra las imposiciones y la batalla frente a la intransigencia es una canción de amor, solo que inesperada y realista.