la cantera

El parque, local de ensayo de la nueva generación del rap español

Miles de jóvenes se foguean como rimadores en el espacio público y algunos compiten en batallas de gallos cada vez más organizadas

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zentauroepp36101922 icult180518182221 / ADRIANA DOMÍNGUEZ

Nando Cruz

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"Si no puedo fumar en el parque, beber en el parque, ni correr ni tocar en el parque, ¿para que ir al parque?", cantan Ayax y Prok en una de sus canciones. El parque, espacio de referencia para estos raperos callejeros, es el refugio al aire libre donde se ha gestado lentamente, tarde a tarde, la explosión del rap español. Los chavales que en los años 70 bajaban al parque a tocar la guitarra y cantar rumbas eran la antesala de los que hoy bajan con el móvil conectado a unos potentes altavoces de 15 euros a rapear. La misma historia con otro ritmo.

A diferencia de otros géneros, las músicas urbanas no disponen de una industria estructurada en España, pero tienen algo mejor: un caldo de cultivo que ha alimentado durante años el interés por estos sonidos. En el patio del instituto suena rap. En el parque suena rap. En el ordenador de casa suena rap. Y en la red abundan archivos de bases rítmicas que los chavales lanzan desde el móvil para improvisar sobre ellas rimas que verbalizan sus sentimientos.

En la mayoría de las ciudades de España hay parques en los que se reúne la juventud para rapear: en Barcelona, junto al Macba, en el Guinardó, en El Prat del Llobregat... El rap es una música crecida en la calle, como todas las músicas populares de la historia, pese a que hoy la ocupación del espacio público esté tan penalizada en las grandes urbes. Sin necesidad de instrumentos ni micros, quienes deseen poner a prueba su nivel con las palabras, la métrica y el ritmo, participan en competiciones autoorganizadas. Eso son las batallas de gallos.

Las redes sociales (Facebook, Instagram y grupos de Whatsapp) son los canales que les permiten saber adónde y cuándo acudir. Horas después pueden visionar el resultado en Youtube y algunas grabaciones coleccionan decenas de miles de visionados. Portales como Urban Roosters organizan batallas online. Para muchos jóvenes, esta forma de vivir el rap es mucho más excitante que ir a un concierto. Les hace sentir partícipes y no solo consumidores. Difumina la distancia entre artista y público, les vincula a esta cultura de forma más intensa.

El deporte de rimar

En cierto modo, el rap se ha implantado como si fuera un deporte más. Igual que el fútbol, puedes practicarlo en el patio del colegio o en el parque, pero si te pica el gusanillo puedes apuntarte a liguillas amateur y, con habilidad y tesón, acabar convirtiéndote en un figura. Estos raperos veinteañeros que hoy llenan grandes salas empezaron fogueándose en el parque. No surgen de locales de ensayos que se alquilan por horas. Y en esos parques encuentran a un público que crece y se regenera día a día. Al rap español le sobra público potencial.

La mayoría de estos encuentros son autoorganizados, pero Red Bull vio el filón y ha generado una estructura de eliminatorias por provincias de las que se deriva el campeón estatal. El enésimo caso de apropiación cultural de unas dinámicas populares por parte de una empresa, para posicionar su marca. Este sábado hay semifinal en Barcelona y no será en un parque, sino en el Poble Espanyol. Sí, las dimensiones de estos eventos también se están desbordando.