CRÓNICA

Fito & Fitipaldis, el rock'n'roll de la mediana edad

El grupo bilbaíno celebró sus éxitos y su sonido clásico en el primero de sus dos conciertos de 20º aniversario en el Palau Sant Jordi

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zentauroepp43286649 barcelona 11 05 2018 concierto de 20 aniversario de fito 180512155840 / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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Después de los millones de discos vendidos y del ruido mediático, queda un señor padre de familia con una guitarra Fender Stratocaster colgada que se lo pasa pipa tocando el viejo rock’n’roll. Y que, en lugar de hacerlo los fines de semana en un club a cambio de la barra libre de cervezas, tiene a su alcance salas como todo un Palau Sant Jordi, adonde ha vuelto este fin de semana, y no una noche, sino dos.

Doblete que realza la larga estela de Fito & Fitipaldis como clásico popular, una década y pico después de su momento de eclosión: los dos discos que desataron el ‘fitipaldismo’, ‘Lo más lejos a tu lado’ (2003) y ‘Por la boca vive el pez’ (2006), fueron los más citados este viernes en un Sant Jordi que no alcanzó la ocupación total (12.000 personas), pero al que hay que sumar el lleno de este sábado (17.000). Un concierto que, en honor al 20º aniversario de la banda, recordó que lo de Fito & Fitipaldis, con sus canciones rocanroleras de peso ligero, con vistas a Dire Straits, J. J. Cale y el blues, tiene algo de anomalía e incluso de feliz anacronismo.

Reino de guitarras

Salió Fito solo, entonando la primera estrofa de ‘Siempre estoy soñando’, diríamos que con el corazón en la mano. En ‘Un buen castigo’ ya tuvimos la imagen completa: el juego de guitarras en primer plano, con las digitaciones limpias de Carlos Raya marcando la pauta, y el saxo de Javier Alzola aportando empaque y, en ocasiones, una capa de épica a lo E Street Band. “Nunca me cansaría de tocar esta canción”, aseguró Fito antes de abordar ‘Me equivocaría otra vez’, pero la afirmación bien podría valer para cualquier otra pieza del repertorio. También para ‘Quiero beber hasta perder el control’, de Los Secretos, que el grupo tocó como si fuera suya.

Más rocanrolero que rockero, y más lúdico y conciliador que enfadado con el mundo, el cancionero, aun con cuñas desamparadas como ‘Donde todo empieza’, metió al Sant Jordi en un estadio de buenrollismo afín a unos valores genuinos, simbolizados por esa artesanía de las guitarras y una estrofas vividas aunque no exentas de clichés. Noche con invitados, aunque el primero, Muchachito, no pudo comparecer. “¡Se nos ha perdido!”, anunció Fito (este viernes actuaba en Mallorca y no llegó a tiempo).

Sí que estuvieron ahí Fetén Fetén, dúo telonero, poniendo violín y acordeón a su ‘Me quedo aquí’, así como Amparo Sánchez (‘Whisky barato’) y Dani Macaco, cómplice en una arrolladora ‘Viene y va’. De ahí, al ‘crescendo’, con la banda echando humo en ‘La casa por el tejado’ y ‘Antes de que cuente diez’, y a unos bises que no pasaron por alto ‘Rojitas las orejas’ y la sabinesca ‘Soldadito marinero’, rimando “una mala primavera” con “una lágrima en la arena”, y dejando esa imagen de unos músicos maduros disfrutando del poder de unas canciones sencillas y unas guitarras con temple.