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Spike Lee dispara en Cannes su furia racial

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Nando Salvà

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Spike lee se la tiene jurada al Festival de Cannes. El fiero director estadounidense considera que hace 30 años se cometió aquí un robo contra su persona: la Palma de Oro de 1989, de la que se consideraba legítimo merecedor gracias a 'Haz lo que debas', fue pese a ello a parar a manos de 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo'. En su momento, Lee culpó del delito al presidente del jurado de aquel año, Wim Wenders, y hasta circula un rumor según el cual lo habría amenazado con esperarle en la calle con un bate de béisbol.

Que desde entonces la relación entre el cineasta y el festival se fuera diluyendo de forma inexorable no hace sino añadir morbo en torno a la película que hoy ha estrenado en el certamen, y que marca su regreso a la competición desde que presentara en ella 'Jungle Fever' hace 27 años. 'BlacKkKansman', además, es su más contundente alegato contra las miserias de su país desde la furiosa arenga a la revolución del hombre negro contra el hombre blanco que a punto estuvo de costarle la cabeza a Wenders. Mientras la presentaba ante la prensa, Lee ha definido este martes Estados Unidos con una frase de asombrosa precisió: "La llamada cuna de la democracia es una mierda".

La película recrea más o menos fielmente las tribulaciones de un hombre llamado Ron Stallworth, que en 1979 ingresó en las filas del Ku Klux Klan y se las arregló para ascender rápidamente en el organigrama. Hasta ahí nada especialmente destacable: lo curioso de su caso, sin duda problemático para la organización supremacista blanca, es que en realidad Stallworth no solo era un policía sino también un hombre negro. Inevitablemente, pues, su infiltración fue un trabajo en equipo: él se encargaba de hablar con los miembros del Klan por teléfono, haciéndose pasar por un blanco fascista, y uno de sus compañeros blancos en el departamento se reunía con ellos en persona.

Aunque el tema racial es piedra angular de casi toda su filmografía, es 'Haz lo que debas' la película con la que 'BlacKkKansman' conecta de forma más estrecha. Después de todo, en ambos títulos Lee se pregunta si la comunidad negra debería recurrir a la resistencia pacífica para combatir la intolerancia o si, por el contrario, debería apostar por la insurrección violenta.

Sin embargo, si en su tercera película el cineasta habló desde el puro e incontenible cabreo, en ese último trabajo utiliza la comedia a modo de caballo de Troya, y la adorna con el tipo de peinados a lo afro que harían al mismísimo Shaft morirse de la envidia. Los paletos del Klan son retratados como bufones, sí, pero Lee se las arregla para hacer que aun así su envenenada ideología resulte suficientemente amenazante. La habilidad que exhibe a la hora de alternar y diluir tonos permite que, al menos durante los dos primeros tercios de metraje, apenas se note que le peripecia argumental es solo ligeramente más elaborada que la de un episodio de 'Starksky & Hutch', y tan llena de boquetes de lógica.

Retórica política

Pero ni lo uno ni lo otro hacen tanta mella sobre la narración como la tosquedad con la que Lee suministra su retórica política. 'BlacKkKansman' es una película que esencialmente se construye a través de una sucesión de encendidos discursos, fragmentos de películas como 'El nacimiento de una nación' (1914) y 'Lo que el viento se llevó' (1939), diálogos llenos de insistentes referencias apenas veladas a Donal Trump y, a modo de epílogo, imágenes de archivo de las revueltas de Charlottesville del año pasado. La palabra sutileza nunca ha formado parte del vocabulario de Lee, pero la ubicuidad de Trump y el auge de la xenofobia en el debate público hacen que la tendencia al sermón de 'BlacKkKansman' resulte particularmente redundante. Hablando de discursos explícitos, Lee se ha referido hoy al presidente de Estados Unidos como "ese hijoputa que está en la Casa Blanca". Se le veía muy enfadado. Como vuelvan a dejarlo sin Palma de Oro, correrá la sangre.